En busca del ADN perdido

Vienen sucediendo las cosas a tal velocidad en el Valencia CF que resulta difícil, por no decir imposible, reflexionar con cierta serenidad sobre ciertas cuestiones que atañen directísimamente al fundamento esencial de la entidad: el fútbol.

No quiero decir con ello que quienes acaban de llegar no lo hayan hecho. Creo, eso sí, que todavía andan familiarizándose con el ‘puente de mando’ y apagando alguno de los incendios que avivaron sus predecesores. En mi caso, me pregunto muchas veces ciertas cuestiones relativas al patrón de juego que utiliza el Valencia y a posibles variantes a tener en cuenta, aunque parece que se sigue apostando por ‘el fútbol de moda’.

Desde que Guardiola puso en marcha la maquinita de jugar al fútbol -y, sobre todo, la de ganar títulos- todos quieren ser como él. Pero no es menos cierto que no hay nada más patético que un mal imitador y de esos hay unos cuantos en el fútbol patrio e incluso a alguno de ellos lo hemos padecido en Valencia.

Jugar al ataque, al ‘toque’, la posesión, el mamoneo… es guay. Es formidable si tienes futbolistas para ello y, fundamentalmente, si te sirve para ganar. Cuando no hay mimbres y te limitas a estirar la manta hacia arriba dejando los pies desnudos, el fútbol se convierte en un correcalles sin sentido de resultados escandalosos amparados en la creatividad pero enemistados con el equilibrio. Encuentros que terminan 5-3 o 4-4 tan atractivos para quien no se juega nada como cuajados de irresponsabilidades tácticas.

¿Es ese un daño irreparable que Guardiola le hecho al fútbol? Para mi la respuesta es no. Es un daño reparable que los malos imitadores de Pep le hacen a sus equipos y a si mismos.

El doble pivote defensivo está mal visto, los centrales que defienden en lugar de abandonar su posición y gambetear donde Cristo perdió el gorro no están de moda, los entrenadores que contruyen sus equipo desde la cimentación de una buena defensa están en el paro y los periodistas que no hablamos de ‘jugones’ parecemos gilipollas.

Pues sí, reconozco que soy bastante gilipollas. Pero sólo hace falta recordar el golazo de Chori Castro tras un fulminante y preciso contragolpe en Anoeta conta el Valencia para concluir que también a la contra, también por potencia y no sólo paseando la pelota se puede construir fútbol con mayúsculasSería además conveniente recordar que los grandes éxitos del Valencia en su historia llegaron por esa vía y no por la del ‘tiki taka’.

A mi también me gusta el fútbol de toque pero o te nace una camada en Paterna como la que le nació en La Masía al Barça o tienes 300 millones para comprarla o buscas alternativas. Si a todo esto añadimos que te sale un jugador de ese perfil y le das una patada en el culo porque ‘lo tiene gordo’ mejor será que hagamos lo que sabemos hacer. No pretendamos cocinar un ‘cremoso de cangrejo a la espuma de meta y jengibre de romero’ si no hemos aprendido a freir un huevo como Dios manda.

 

Nacho Cotino (@nachocotino)

Periodista

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