La fórmula de la Coca-Cola

No hay dirigente al que no le quite el sueño dar con la tecla adecuada para que ‘entre la pelotita’. Al bienintencionado, porque formará parte de la foto gloriosa; y al que no lo es, porque esa foto tapará incompetencias e incluso alguna que otra fechoría

El método más recurrido, si tienes mucho dinero o mucho crédito -o sea, si eres el Real Madrid, Barça o PSG-, es comprar los ingredientes más caros y echarlos en el tubo de ensayo. Funciona en muchas ocasiones más por la calidad innata de los ingredientes que por la mano maestra del alquimista, aunque parece obvio que si este sabe lo que hace, las probabilidades de éxito se multiplican de forma tangible.

Otro método consistiría en cocinar la pócima atendiendo al DNI del futbolista. Lo conviertes en bandera de una corriente más o menos ‘patriota’, contratas jugadores de ‘la contornada’ y fabricas al William Wallace de las fiestas de tu pueblo. Ese camino puede funcionar por lo que tiene de simbólico y en ocasiones hemos atendido a resultados espectaculares de equipos así conformados que, envolviéndose en esa bandera, han llegado más lejos de lo esperado. Con más épica que fútbol, pero han llegado. Pregúntenle a cualquier seguidor del Athletic Club de Bilbao sobre el recuerdo que tiene de la temporada 2011-2012.

Otra posibilidad es que, por encima de jugadores y aditamentos sociopolíticos, sea la figura del entrenador que se erija en el ‘pirotècnic’ de todas las fuerzas que sea capaz de detectar y dirigir en la dirección correcta. Que el entrenador sea la gran elección del alquimista, siendo él protagonista y catalizador de la fórmula infalible. Vamos, algo así como Simeone en el Atlético.

Aunque en Valencia hemos visto muchiiiisimas veces pagar malo a precio de bueno y vender bueno a precio de malo, el mercado de las megaestrellas no tiene abiertas sus puertas para la economía de guerra en la que el Valencia subsiste hoy en día. Eso nos aboca a buscar una mezcla de gente comprometida con el acierto en la elección del entrenador. Y, viendo que el club sigue postrado a merced del futbolista de moda y firma renovaciones escandalosas a jugadores comprometidos sólo con su ‘butxaca’ -¿cómo se dice bolsillo en francés?-, mejor será encomendarse al entrenador.

Espero fervientemente que Djukic sea ‘la tecla mágica’ pero no me lanzaré a hacer aseveraciones grandilocuentes antes de tiempo. Es difícil coleccionar más felaciones futboleras que el Flaco Pelegrino en su momento, y detecto que se recibe al nuevo con el mismo ánimo ‘felatorio’ y mismos argumentos. El tiempo dirá.

 

Nacho Cotino (@NachoCotino)

Periodista

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