Mestalla siempre está

Sin palabras. Lo que se vivió el jueves en Mestalla fue increíble y no hay palabra que defina lo que pudimos sentir los valencianistas. Pasarán los años y seguiremos recordando el partido como una de las mayores hazañas en la historia ché. Este encuentro ya entró dentro de los grandes partidos blanquinegros, como la final en la Cartuja del 3-0 contra el Atleti, la remontada en la segunda parte en el Camp Nou hasta el 3-4 o tantos otros, como aquel 6-0 que le endosamos al Madrid en Copa del Rey.

Quedó demostrado que en el mundo del balón, la actitud juega un papel fundamental. Como dijo Benjamin Toschack, sólo falta que pasen los días para que “al final jueguen los once mismo cabrones de siempre”. No le faltaba razón: una buena muestra ha sido esta eliminatoria frente al Basilea. Si nos paramos a pensar en las dos alineaciones de Pizzi, nos damos cuenta que el único cambio respecto a la ida, donde se perdió 3-0, fue la entrada de Fuego por la lesión de Senderos. Los otros diez los mismos que hace una semana todos los aficionados queríamos matar por su pasividad jugando como visitantes, capaces de revertir el desastre y hacernos sentir orgullosos.

El jueves todo era distinto. Mestalla llevó en volandas al equipo. El primer gol del partido, no se equivoquen, no fue de Paco Alcácer, sino de esta afición. Tan criticada en ocasiones y que siempre, siempre, demuestra que está ahí en las malas y cuando el equipo más lo requiere.

Por un momento, parecía un sueño. Una de esas noches que todos hemos vivido como aficionados al fútbol, pero en contadas ocasiones como aficionados de nuestro equipo. En mi caso, me marcó a fuego la remontada que en la final de Champions entre el Liverpool y el Milán, aquella que marchaba 3-0 favorable para los ‘rossoneros’ en el descanso y que los ingleses ganaron por penaltis.

No soy sospechoso. Siempre he sido optimista con el Valencia en todas las eliminatorias, incluso cuando nos enfrentábamos a conjuntos a priori superiores. Esta vez no creía, lo reconozco. Quería creer en el equipo de mi alma, pero no veía argumentos como para verlo posible. No teníamos gol y estábamos encajando muchos tantos. Siempre contarán con mi apoyo, porque parafraseando a Ferguson, “si no apoyas a tu equipo cuando pierde, no lo apoyes cuando gane”. Aun así, era tan complicado que lo veía inimaginable.

Una de las cosas que me gusta de ser valencianista es que los jugadores o incluso el club me callen la boca porque, al fin y al cabo, siempre quiero lo mejor por el equipo. Ejemplo: no ‘creía’… y remontamos. He criticado muchísimo la falta de gol de Vargas… y acabó marcando. He criticado la falta de galones de Keita en sus primeros partidos… y jugó de forma excepcional. Por último, aunque era consciente hace casi 3 años de que  Alcácer era el futuro del Valencia, pensé a principios de temporada que lo mejor para sus intereses era marcharse cedido para así gozar de muchos minutos… y Paquito lo bordó con su ‘hat-trick’. También es cierto que este último caso era por el ‘overbooking’ de delanteros y no porque no confiase en Paco.

Está siendo una temporada difícil y el club está en proceso de venta. El mayor regalo que podemos llevarnos es conseguir la ansiada Europa League. Lo digo ahora: con el carácter que demostraron los jugadores el jueves, confío en ganarle a cualquiera. Con la actitud de la semana pasada, no ganamos ni a un equipo de Tercera. Desde fuera, tienen una opinión errónea de nuestra hinchada. Si no hubiésemos conseguido remontar pero hubiésemos jugado con tanta actitud y carácter, la mayoría ya estaríamos orgullosos. Eso es lo que pedimos: que jueguen al máximo.

El mejor jugador del partido, con permiso de Alcácer, fue la mencionada afición. Esa que siempre está. Los valencianistas lo merecíamos. Ahora toca disfrutar del momento, tras consumar la ‘reAmuntada’, ir a muerte a por el Sevilla. Turín está cada vez más cerca.

 

Jorge Farrés (@jorgefarres)

 

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