Soldado, el publicista

Ni en el mejor de sus sueños lo tendría mejor. Vamos, ni fichando al mejor publicista del mundo habría logrado este triunfo. Nunca con menos se logró más. Una camiseta bastante cutre, cara de enfado y rajar, lo que viene siendo escupir al cielo. Torpe, muy torpe en la ubicación, en la representación pública, en el fondo.

Cada palabra de Roberto Soldado en su todavía inexplicable despedida suponía un millón de votos para el nuevo presidente del Valencia. Raje, popularidad. Mas raje, mas popularidad. El fútbol tiene ese efecto maravilloso de cambiar las cosas en un segundo. Imagínense que el jugador más odiado ficha por su equipo. Al minuto todos se olvidan de lo malo y apuestan por el. «Es un chulo, pero lo quiero siempre en mi bando» es la frase más repetida.

Amadeo Salvo debería abonarle a la Providencia el dinero que han “perdonado” los agentes del jugador. De tener dudas respecto a su gestión y su proyecto, ahora la afición en pleno lo idolatra. Y el presidente sólo ha tenido que decir una frase: “Todo lo hacemos por el Valencia”. ¿A que parece fácil? Pues no lo es.

Soldado ha creado, él solito, un ambiente hostil que yo no veía desde la marcha de Mijatovic. La afición esta más unida que nunca y perdona que el Valencia no fiche a nadie -¡qué mas da!- en este momento. Ademas Soldado, queriendo defender a sus representantes -que simplemente hacen su trabajo- los ha endemoniado y puesto en una situación mas que complicada, en el presente y en el futuro.

Y lo que ha sido el gran negocio para el Valencia se convierte en una cruz para el jugador, que pasa de héroe a villano. Es tremendamente torpe decir que no cree en el proyecto deportivo y marchar a un club que lleva 30 años dando tumbos y que puede perder a su gran estrella Gareth BaleCuando, insisto, lo más fácil era decir la verdad y todos lo habrían entendido. Jamás leí tanta bilis como en Twitter tras la esperpéntica rueda de prensa.

Y al final, ¿qué ha ganado Soldado con el raje? Absolutamente nada… o quizá sí: animadversión y enfado con un publico que perdona casi todo menos la infidelidad. El tiempo pondrá a cada uno en su sitio. La afición se olvidará del goleador, el presidente deberá seguir luchando por la entidad y mucha gente se preguntará si vale la pena valencianizar el club o no, visto lo visto. Será mejor que fichemos lo que tengamos que fichar y nos dejemos de patrias imaginarias. En el fútbol la patria es sólo una. Fría, distante, poco romántica pero real: el euro.

 

Carlos Egea (@cegeavivo)

Periodista TVV

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