Bravo, doña Gabriela

Los malos vicios del periodista digital

Los periodistas tenemos que hacérnoslo mirar. La avidez informativa, la inmediatez con la que sucede el periodismo digital está dañando, más si cabe, la imagen de los medios de comunicación, que ya no se guían tanto por criterios de calidad y credibilidad de la noticia, sino por el criterio de «a ver quién la da primero» o «a ver cómo me posiciona en los buscadores». Los periodistas trabajamos a carreras, en redacciones cada vez más pequeñas y con plantillas cada vez más reducidas. Esto ocurre en el diario digital que pasa más desapercibido y es menos influyente, pero también en los medios más masivos y grandes grupos mediáticos. Además, aunque parezca contradictorio, ya no importa tanto el contar la verdad como el contarla ya, sin comprobar lo cierto que hay en ella.

No tenemos tiempo de confirmar los hechos importantes y, como señalaba en redes sociales el gran Salvador Enguix, forzados por lo que puedan sacar otros, incluso, sacando lo que han publicado otros, asumiendo la verdad de otro, sin saber con qué fuentes a contado y dando por hecho, casi de manera inconsciente, la gran profesionalidad del autor de aquello de lo que nos hacemos eco.

¿Qué gran receta deriva de estos ingredientes? Pues algo parecido a la cómida rápida, sin fundamento, sin alimento y sin sabor. Con una particularidad: podemos poner en riesgo de manera masiva, al unísono varios medios a la vez, la honorabilidad de una persona, por ejemplo, si tratamos hechos noticiosos relativos a una trama de corrupción.

Si la profesión periodística está considerada como una de las menos prestigiosas actualmente, si seguimos abocando a nuestro arte por esta deriva, acabaremos por ser, más o menos, algo así como una caricatura de lo que un día fuimos y debemos volver a ser. Eso es triste, pues el periodismo es tan necesario como el aire. Necesitamos saber de nuestro entorno para poder desarrollar nuestro día a día. Y, para ello, necesitamos dejar a un lado la avidez que nos exige los lectores 2.0 y sopesar, valorar, contrastar y después publicar. De lo contrario, esto de hacer periodismo dejará de tener sentido, pues nadie creerá la veracidad de lo que les ofrecemos.

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