¿En tu empresa hay piratas?

 
Algunas de las grandes empresas que hemos venerado durante largo tiempo sufren de cáncer. Un cáncer terminal que poco a poco va destruyendo puestos de trabajo, erosionando sus beneficios y a la larga las lleva al temido concurso de acreedores.
 
Y aunque podríamos argumentar que hay cientos de razones distintas, tantas como circunstancias, la realidad es que muchas de ellas mueren porque están gobernadas por burócratas. Gerentes y directivos que han hecho un trabajo excelente durante la época de las vacas gordas…. optimizando los beneficios, mejorando los procesos, potenciando la eficiencia. Algo necesario entonces, pero ¿y ahora?
 
Desgraciadamente esa  eficiente y bien engrasada máquina de producir no sirve de nada en los tiempos actuales. Han dejado de entrar clientes a pedir que por favor les hagan el favor de venderles productos. Y están perdidos. Muy perdidos.
 
Porque siguen aplicando las mismas manidas recetas de reducción de costes, aparentando que saben lo que pasa… pero en la práctica esperando que el dinero dure hasta que la crisis acabe. Y no se dan cuenta que la crisis ha acabado. Que vivimos una nueva realidad, más dura, global y sobre todo, cruel con lo que no innovan y construyen sobre el cliente.
 
El problema de la mayoría de las empresas, como hace algún tiempo comentaba en mi conferencia TED “De piratas, ranas y tacones de aguja”, es que han olvidado de dónde vienen, su motivación inicial. Su alma de pirata.
 
Han olvidado cuando sus fundadores actuaban como piratas, con el cuchillo en la boca. Cuando se obsesionaban por ser distintos que la competencia establecida, por hacer feliz al cliente e innovar. Por encontrar su propio camino.
 
Sin embargo, una vez empezaron a ir bien las cosas y a obtener beneficio muchos de esos piratas se relajaron. Comenzaron a criar barriga, a tomarse su trabajo con más calma. Se convirtieron en aburridos marineros, en burócratas más preocupados de defender su puesto y exprimir la máquina que en comprender al cliente y servirlo.
 
Y eso no fue un problema durante la época dorada, cuando no faltaban clientes y donde todo crecía sin parar. De hecho, en épocas así es bueno tener algunos especialistas en ordeñar la vaca, en seguir mejorando los procesos y los márgenes… pero sin olvidar nunca a los piratas. 
 
Porque si en la época de las vacas gordas eran necesarios ya, imagínate ahora. Las empresas que están consiguiendo no sólo remontar sino incluso crecer están dirigidas por piratas: gente que se ha atrevido a cuestionar las verdades establecidas, a ignorar a sus competidores y ha salido a la calle a hablar con sus clientes, a crear con ellos e innovar.
 
No podemos seguir aplicando las recetas que funcionaban en un entorno muy diferente en las condiciones actuales. No es la hora de seguir protegiendo el status quo. Es momento de arriesgar, de poner a los piratas al mando y atreverse a buscar un nuevo camino. 
 
Porque si seguimos trabajando sólo en la reducción de costes, en la disminución de salarios y en ser más baratos lo único que vamos a hacer es alargar la agonía… pero al final moriremos. Porque el cáncer que afecta a tantas empresas no se cura con recortes. Se cura con valor, innovación y sobre todo, comprendiendo lo que de verdad necesitan tus clientes.
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