Fin de año bueno, bonito y barato

Usted puede pasar el fin de año en cualquier casa y  hotel rural de la Comunidad Valenciana por menos de 20 €, con derecho a media cena, cotillón y resopón. Un buen servicio, barato y bonito. ¿Qué se puede pedir más? Los turistas locales están contentos, porque a esas cosas rurales van sobre todo los nativos y en formación de colla o cuadrilla. ¿Pero es un buen negocio para los hoteleros o los emprendedores que han apostado por el turismo rural?

El turismo rural es como la energía renovable. Queda muy romántico y natural, ecológico, pero es un mal negocio si no va acompañado de subvenciones, créditos blandos y promoción institucional. El “todo lleno” que se cuelga estos días especialmente en los establecimientos turísticos del interior de Castellón y Valencia es un mal negocio, porque la saturación de la oferta lleva a bajar los precios de tal manera que no se recupera ni el gasto en leña de las románticas chimeneas.

Es un mal extendido en el turismo valenciano: bajar los precios para llenar. Como además políticamente se vende eso de alcanzar el 90 por ciento de ocupación, la cuestión es no dejar una cama vacía, sin valorar que a ese precio abrir el negocio es una ruina para el conjunto del sector.

Por supuesto, como usuarios estamos encantados, porque uno puede pasar el fin de año en las cercanías del Mondúver por 20 euros/persona. O alquilarse un chalet un poco más allá por 800 € y cabida hasta para 15 personas. ¡Una juerga con limpieza del local asegurada!! Pero el capital físico invertido en carreteras, infraestructuras en los pueblos, servicios y la propia casa o hotel no se recupera jamás. Y recordemos que gran parte de estas infraestructuras se han hecho con Fondos Europeos. ¡Cómo se enteren los alemanes de en qué gastamos su dinero!! 

Obviamente no es cuestión de cerrar todos estos establecimientos. Algunos de ellos sobreviven gracias a los esfuerzos personales de gentes que viven en las mismas casas y hoteles y suman pocos costes al negocio. Es autoempleo, por eso proliferan en estos momentos. Son como los miles de locales y apartamentos ociosos de la costa (50 € cena, Hotel y cotillón en Peñíscola para Fin de Año y precios parecidos en Gandía), que solo trabajan en firme el mes de agosto y el resto del año van de puente en puente a unos precios de risa, que atraen a un turismo barato. Pero menos da el apartamento cerrado. Y dan empleo a miles de personas que en buena cuadratura de balances estarían en el paro.

Estos negocios sobreviven a duras penas, por eso tienen una difícil renovación de la planta. Sale más barato hacerlos nuevos. Pero este turismo conlleva un coste en capital físico que aportamos todos los ciudadanos y que nunca se recupera por las condiciones fiscales de estos negocios.

Así que volveremos a colgar el cartel de completo las fiestas de Fin de Año. Pero que sepamos que cada ciudadano valenciano pone unos cuantos euros de su bolsillo para que usted pueda pasar la Nochevieja por 20 € en un hotel bueno, bonito y barato.

 

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