Los retos de la banca en el siglo XXI

 

La crisis económica ha cambiado las reglas del juego del sector bancario español que tiene como reto adaptarse a un nuevo entorno en el que las condiciones no serán tan ‘amigas’ como las que conoció antes de 2008 pero tampoco tan agresivas como las vividas en los últimos cinco años.  El  informe ‘Tendencias a medio plazo en la banca española’ del BBVA Research analiza el nuevo contexto marcado por entidades más pequeñas pero más competitivas

Así, se espera que la banca se haga más minorista y que proliferen los servicios de banca de inversión en entidades que no serán bancos. Los bancos, tradicionalmente muy regulados, lo estarán aún más, y afrontarán un entorno de rentabilidad más exigente, con más dispersión entre entidades. Entre los riesgos de la banca del futuro estarán las pérdidas de eficiencia y las amenazas a la competencia que puede generar el que parte del sistema siga en manos públicas. En una mejor situación estarán los bancos internacionales, y aquellos que sepan aprovechar las enormes de ganancias de eficiencia que la tecnología brinda. 

1. Vamos hacia un sistema financiero más pequeño y más concentrado, pero con más competencia, por el efecto sobre todo de la integración europea. Para los clientes esto es una ventaja, por cuanto la oferta de productos y servicios debe mejorar. 

2. La banca se hará más minorista, y los servicios de banca de inversión se ofrecerán en buena medida desde entidades que no serán bancos. La menor dependencia de los bancos sería una buena noticia para la economía europea, que ha descansado excesivamente en la financiación bancaria, siempre que no fomente la proliferación de sectores poco regulados como el “shadow banking”. 

3. Los bancos, tradicionalmente muy regulados, lo estarán aún más. A pesar de los esfuerzos  de los foros internacionales, la regulación estará posiblemente menos armonizada, con un  posible coste en términos de trabas a la libre provisión de servicios financieros y menos  eficiencia en el uso internacional del capital. A corto plazo, existe un trade-off (perder algo a cambio de otro algo) entre estabilidad financiera y pérdida de eficiencia de la banca que los reguladores no deberían perder de vista. No obstante, a largo plazo sólo puede ser estable un sistema financiero eficiente, luego ambos objetivos deben equilibrarse. 

4. El entorno de rentabilidad será más exigente. Habrá una mayor recompensa para los que lo hagan bien, pero un mayor castigo para los que lo hagan mal. Los bancos podrán  quebrar, como las empresas de otros sectores, sin arrastrar en su crisis al soberano y a la economía en su conjunto, eso será positivo para el sector, porque hará que funcione el mecanismo de competencia que hace sobrevivir al más fuerte. Sólo las entidades que sean capaces de anticipar los cambios de la industria y de adaptarse a ellos cuanto antes podrán tener un modelo de negocio de éxito en la banca del futuro. 

5. Después de la crisis partimos con una parte muy importante del sistema en manos públicas o semipúblicas, sobre todo en Europa. Esto es un riesgo para la eficiencia y la competencia equilibrada, como la historia de otras crisis bancarias nos muestra. La devolución de estas entidades al sector privado o su liquidación cuando corresponda es crucial para que los sistemas financieros puedan concentrarse en su labor fundamental en estos momentos: apoyar la incipiente recuperación económica. La venta de estas entidades es además una oportunidad para la creación de entidades trasnacionales europeas, si los compradores vinieran de otros países de la Unión. 

6. La banca internacional ha probado sus ventajas durante la reciente crisis. Aquellas 
entidades que ya emprendieron hace tiempo la senda de la expansión están ahora en una mejor posición.  

7. La tecnología abre posibilidades enormes de ganancias de eficiencia. La banca es un  negocio que descansa en la información como materia prima, y esa materia prima se ha abaratado enormemente. Al mismo tiempo, la información es cada vez menos asimétrica, de manera que hay que idear maneras nuevas de extraerle valor. La combinación de tecnología disruptiva y abaratadora de costes, que favorece nuevos segmentos, productos y negocios, con una regulación cada vez más pesada sobre la banca tradicional supone también un riesgo de arbitraje regulatorio y sistema financiero en la sombra.

Las autoridades tendrán que mantenerse vigilantes. El objetivo debería ser que la clientela recibiera el mejor servicio posible, pero con un riesgo limitado y con un terreno de competencia equitativo. 

De esta forma el informe elaborado por el BBVA Research asegura que el futuro del sistema bancario es desafiante pero a la vez presenta buenas oportunidades para las entidades que sean capaces de adaptarse mejor a los cambios. Conclusión: adaptarse o morir.

 

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