Mister Holmes lo confirma: Ford viene a Valencia

Robert S. Holmes dio un sorbo razonable a su whisky mientras el periodista hacía en su block de notas un croquis apresurado. “¿Es más o menos aquí, en Almusafes, dónde ustedes piensan instalar la nueva factoría Ford?”. La respuesta fue de lo más sencilla: “Sí, aproximadamente”.

— ¿Por qué Valencia, señor Holmes?

— Nosotros llevábamos casi un año mirando las posibilidades de instalar una factoría en España e hicimos investigaciones muy amplias. Pero desde el primer momento, Valencia nos pareció una zona muy atractiva por varias razones.

Así se confirmó de manera definitiva a la prensa valenciana que la Ford se instalaba en Almussafes, un pueblo entonces desconocido en España cuyo nombre se escribía con una sola S. Ocurrió en una sala del Hotel Astoria hace cuarenta años, el 6 de junio de 1973. Y Robert S. Holmes, el hombre que confirmó la noticia, era entonces el vicepresidente de la división europea de Ford Motor Company.

Se decía entonces, y seguramente es verdad, que el propio Henry Ford había pensado en ubicar una fábrica en Valencia en el curso de un sobrevuelo que se hizo para explorar zonas de España. Ford, que venía con frecuencia a cazar a España, que frecuentaba el trato con el Príncipe Juan Carlos y con los ministros del Gobierno de Franco, estaba pensando en situar en España una nueva planta de coches que aprovechase el cambio industrial y la mano de obra barata que el país ofrecía. Los coches, en principio, iban a ser el “Escort” y el “Taunus”. Pero, dada la crisis del petróleo que empezó a extenderse por el mundo en 1973, terminó siendo más pequeño, de bajo consumo de combustible: el “Fiesta”.

En el diario “Las Provincias” se nos retrata al directivo que estaba tomándose un whisky al atardecer mientras preparaba las decisiones sobre el terreno: “Mister Holmes es amable en la conversación, aunque debe ser duro en la negociación. Llena su silla cuando se sienta y sus casi dos metros de estatura llaman la atención”. Y comenzó a explicar las razones por las que Ford había decidido aterrizar en Valencia:

–En primer lugar, están los transportes, que para nosotros son un asunto fundamental. La infraestructura en Valencia es buena: se dispone de un buen puerto con buenos muelles; hay también un aeropuerto de dimensiones internacionales, con la que se permiten conexiones mar-aire. El sistema de ferrocarriles es bueno, y el plan previsto de autopistas, interesante. En cuanto a las carreteras, la situación actual no es buena, pero hay planes de modernización que, unidos a la red de autopistas, dan un conjunto satisfactorio.

— ¿En segundo lugar?

— La mano de obra. Nosotros vamos a dar trabajo a un número de entre siete mil y diez mil personas. Entonces vimos que en Valencia hay una población capaz de darnos esa mano de obra; en la ciudad y en todos los pueblos. Vimos también que hay una buena Universidad, que nos puede dar técnicos. Es decir, que Valencia ofrece hombres en todos los niveles.

Hacer una entrevista en la que un ejecutivo dice, con toda sencillez, que va a crear entre 7.000 y 10.000 empleos, es un placer que por desgracia, cuarenta años después, no queda al alcance de los periodistas. Pero aquel 6 de junio alguien lo pudo experimentar en una España que estaba en proceso de cambio acelerado. Una España llena de dudas políticas que Ford España, sin embargo, nunca dejó que le turbaran la visión de futuro. Sin duda porque en la empresa se entendía que el porvenir de España iba a ser democrático y estaría presidido por el rey Juan Carlos.

Mister Holmes, el ejecutivo de Ford, alabó en la entrevista los apoyos que desde hace meses, en secreto, estaba recibiendo en Valencia la empresa americana. En primer lugar, agradeció la colaboración de la presidencia de la Diputación, donde José Antonio Perelló supo configurar atractivos más que suficientes para la implantación de la firma.

Por otro lado, el Instituto de Promoción Industrial, dependiente de la Cámara de Comercio, entonces presidida por José Antonio Noguera de Roig, contaba con jóvenes muy preparados, que tenían órdenes de proporcionar a Ford todos los datos que necesitasen, industriales, de población, meteorológicos, de precios del suelo… Entre esos jóvenes fueron insustituibles, claves para que Ford viniera a Valencia, Ángel Rivero y Juan Omeñaca, este último vinculado luego al área de comunicación de la propia factoría. Los dos trabajaron durante meses para suministrar a los americanos toda la información sobre Valencia que fueron requiriendo antes de tomar la decisión última.

— No todas las ciudades tienen un  organismo así. —dijo Holmes en la entrevista, refiriéndose al IPI y su trabajo.

Dos días después, en Madrid, el Consejo de Ministros autorizó la constitución de Ford España y el proceso de ubicación de la factoría comenzó a rodar. En la semana siguiente, en Detroit, el consejo mundial de la compañía dio el visto bueno final al proyecto de Valencia. De todo eso hace ahora cuarenta años.

Ir arriba