Mare Nostrum, Un mundo difuso para una agricultura en riesgo

15 de fructidor, el ciclo de la vida

Cuando la Convención Thermidoriana aprobó el calendario republicano en 1792, el año se iniciaba el 22 de septiembre (Vendemiario), por lo que este 1 de septiembre de nuestro calendario gregoriano estaría marcando los últimos días del duodécimo y último mes de aquel, pasando del mes de la fruta al mes de la vendimia, el paso previo del verano al otoño, el ciclo de la vida. Y así, en nuestra época seguimos el inexorable paso del tiempo con este 15 de fructidor, dedicado a la trucha por los jacobinos, entretenidos por un apasionante inicio del curso político en el cual, algunos, parecen añorar aquella etapa revolucionaria.

El ciclo político continua también su periplo en total efervescencia. Todo el espectro ideológico se halla en plena agitación, propiciando sus puntos de madurez óptimos para su puntual recolección en la cita electoral de mayo. La cuenta atrás está en marcha y los laboratorios de ideas de las formaciones políticas se disponen ya a volcar todo su arsenal ideológico y propagandístico para captar la atención de una ciudadanía cada vez más escéptica y exigente con aquellos que dicen ser sus legítimos representantes. Se acerca la hora de la verdad, y el nerviosismo se hace ya patente tanto en las formas como en los contenidos. Todos son conscientes de lo que se juegan. Unos, porque han fiado su futuro al “éxito” cosechado en las europeas, confiados en que no era un mero espejismo o un acto reflejo de una ciudadanía saturada y secuestrada por sus representantes. Otros, porque son conscientes de que hasta el rabo todo es toro, y no se puede dar por perdido el partido antes de jugarlo, más aun contando con una mayoría clarificadora del mandato ciudadano.

Los datos demoscópicos nos están demostrando el giro hacia los extremos que están tomando las opciones de izquierdas, sumidas en una verdadera lucha por su supervivencia política y
que comporta verdaderos espasmos ideológicos alrededor del nuevo estalinismo, base del Socialismo del Siglo XXI, el reciclado paradigma que intenta dar cobertura al populismo más rancio. Y aquí encontramos unos de los issues que están provocando un verdadero cleavage en todo el espectro ideológico de la izquierda. Un tsunami de impredecibles consecuencias que, sin duda, marcarán un antes y un después en unos partidos políticos que siguen huérfanos 25 años después de la caída del Muro.

Por otra parte, seguimos constatando que el verdadero terreno de juego donde se deciden las confrontaciones electorales sigue siendo el centro ideológico. La ciudadanía sigue anclada mayoritariamente entre el 4 y el 6 de la escala, y todo lo que suponga alejarse de esos posicionamientos es seguir comprando boletos para liderar la oposición. Por ello, conquistar las posiciones del Centro debe ser el verdadero objetivo de cualquier opción de Gobierno.

El cálculo electoral se presenta apasionante para todos. El nuevo escenario conlleva un desenmascaramiento de la Política por parte de aquellos que tenían que haber sido sus valedores, no sus carceleros. Los Partidos políticos afrontan su propio avatar conscientes de que el ciudadano demanda una auténtica regeneración de un sistema, al que muchos dan por amortizado, pero que en realidad no ha entrado en default, por muchas cortinas de humo que interesadamente se interpongan para desacreditarlo. Empoderamiento, lo llaman.

Es hora de poner en valor la Política, aquello que Aristóteles llamaba la “ciencia arquitectónica” no sólo porque le da estructura y soporte a la sociedad, sino, también, porque en torno a ella giran todas las actividades prácticas humanas. La política es la acción cotidiana de la polis y, como tal, alcanza la máxima importancia y una altísima dignidad para vertebrar el ciclo de la vida. Apasionante.

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