escraches y democracia

Ambivalencia, polivalencia y personalismo

Sabiendo de mi afición por el análisis político –partiendo de mi experiencia, como juez y abogado, del análisis estratégico en las controversias jurídicas- algunos amigos y contertulios me han pedido un análisis en pocas palabras –lo que sería en términos clínicos un diagnóstico- de la situación actual confusa y voluble respecto de los pactos postelectorales, después de haber analizado la normativa aplicable y las estrategias posibles en términos de lógica formal.

La cosa es compleja: un día han pactado los miembros del tripartito el programa de gobierno, aunque todavía no tienen claro quién va a ocupar cada sillón, al siguiente día rompen las conversaciones, pues aunque están de acuerdo en lo esencial, no tienen claro si la Presidencia del Consell va a ser para Oltra o para Puig.

Ciudadanos, ante el anuncio de que el PSOE apoya a Ribó para la Alcaldía de Valencia, anuncia que rompe cualquier negociación con el PSOE por apoyar a unos nacionalistas, pero al día siguiente –al evidenciarse el desacuerdo entre Puig y Oltra- anuncia que puede llegar a un acuerdo con el PSOE para apoyarles en Les Corts a cambio de su apoyo en la Alcaldía de Valencia. Todos están intentando llegar a acuerdos respecto de ciudades importantes como Gandía y Torrent, pero ello condiciona el Consell y Valencia.

Tras analizar –minuto a minuto u hora a hora, pues viene a ser la duración media de una situación en estos últimos días- las manifestaciones, prepactos y proclamas de los partidos políticos que están jugado de cara a formar los gobiernos autonómicos y municipales, he resumido mi diagnóstico en tres conceptos: ambivalencia, polivalencia y personalismo.

Ambivalencia es la circunstancia o cualidad de tener sentimientos o posiciones de valencias distintas y probablemente contradictorias –positiva/negativa- respecto de una cuestión, una institución, una situación o una persona.

En el conflicto político que observamos, sería la posición en momentos favorable y en momentos desfavorable a pactar con otra formación. Prácticamente todos los partidos con representación significativa están manteniendo una cierta –mayor o menor- ambivalencia.

El PSOE tiene un posicionamiento inicialmente favorable a pactar con Compromís y Podemos, un recelo inicial a pactar con Ciudadanos y un rechazo frontal hacia el PP. Sin embargo, en la contienda por la Presidencia de la Generalitat es capaz de cambiar sus emociones negativas por positivas y viceversa y aceptar un pacto con Ciudadanos y la abstención del PP en su favor.

Compromís tiene una posición positiva en inicio hacia el PSOE y Podemos, pero adopta una posición negativa hacia el PSOE al enfrentarse por la Presidencia de la 1 Generalitat, hasta el punto de romper esta alianza y llegar a una actitud negativa que impida al PSOE pactar un espacio en el gobierno de la Generalitat y le lleve a pactar con Ciudadanos y, en cierto modo, con el PP.

La ambivalencia de estos dos partidos de izquierda es notoria, pues su inicial concordancia en un programa de gobierno progresista, se transforma en una posición negativa correspectiva y les lleva a posiciones antagonistas con la que tenían antes.

Podemos no es absoluto ambivalente y PP y Ciudadanos son menos ambivalentes pues sus posiciones iniciales se mantienen y tan sólo se modifican –en PP y Ciudadanos- cuando con cierta coherencia prefieren apoyar directa o indirectamente al PSOE para cerrar el paso a Compromís y Podemos. Es decir optan por el mal menor, para evitar el mal mayor.

Esto nos introduce ya en la polivalencia, que sería la facultad de ofrecer distintas soluciones o ser valioso en distintos escenarios según las circunstancias. El mejor caso en este escenario político de polivalencia lo ofrecen el PSOE, el PP y Ciudadanos, con capacidad de cambiar sus posiciones y alianzas en función de conseguir sus objetivos. El PSOE con el objetivo de alcanzar la Presidencia de la Generalitat tiene la capacidad de aliarse lo mismo con Compromís que con Ciudadanos, y de pactar una abstención con el PP. Ciudadanos tiene la capacidad de vetar al PSOE por pactar con Compromís y luego de apoyarle si rompe con Compromís, pues su posición y objetivo es oponerse a los nacionalistas. El PP tiene la polivalencia de utilizar sus votos para bloquear un gobierno de izquierdas–si no hay un gran pacto de éstas que supere su veto-, pero para impedir el acceso de Compromís y Podemos al poder es capaz de variar su histórico antagonismo con el PSOE y abstenerse en su favor.

Compromís y Podemos tienen menor polivalencia, pues sólo pactan si es posible constituir un gobierno de izquierdas –no se plantean ningún pacto distinto-, aunque Compromís esté dispuesto a frustrarlo por la pugna con el PSOE por la Presidencia de la Generalitat.

Esto nos introduce en la cuestión del personalismo.

Asombra, realmente, que con tantos cargos y esferas de poder para repartirse si llegan a un acuerdo, PSOE y Compromís lleguen a una ruptura por la Presidencia de la Generalitat. Eso es personalismo y no voy a hace un juicio de valor sobre ello, porque ni me corresponde hacerlo, ni sé –a ciencia cierta- de dónde parte la posición más intransigente.

Lo que sí puedo aseverar es quién pienso yo que tiene más posibilidades de éxito final. Obviamente –dados unos resultados como los presentes (en los que no hay unas mayorías más definidas y, sobre todo, mayoría absoluta)- quien tiene más posibilidades de obtener mejores resultados es quien muestra una mayor polivalencia, incluso –aunque resulte cínico- una mayor ambivalencia.

Sin entrar –como ya he dicho- a valorar las posiciones personalistas, la posición del PSOE es mejor que la de Compromís, pues por su ambivalencia y polivalencia tiene dos posibilidades de pactos para llegar a la Presidencia de la Generalitat, mientras que Compromís sólo tiene una opción. De igual forma, Ciudadanos por su facultad polivalente de poder facilitar la Generalitat al PSOE –sin tener que renunciar a su esencia institucional de oponerse a los nacionalismos-, le puede conseguir importantes ventajas –como la Alcaldía de Valencia- , también debido a que su compatibilidad –su polivalencia- con el PP le permite apoyar al PSOE en una esfera de poder, sin verse vetado por el PP.

Los próximos días –y sus resultados postelectorales- nos dirán si la realidad política premia la ambivalencia y la polivalencia, y hasta qué punto castiga el personalismo, aunque para esto último haya que esperar hasta el siguiente proceso electoral para ver cómo lo sanciona el electorado.

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