Ángela, no leas los periódicos españoles

Repaso titulares de los periódicos. Todo un muestrario. Empiezan con el plante de la oposición contra Rajoy por el caso Bárcenas, siguen por la rebelión de los barones del PSOE que tumban, ¡locos de ellos! el pacto Rubalcaba-Navarro, que iba a salvar, por lo que parece, a Rubalcaba y a Navarro, y acaban con Bárcenas, otra vez, porque este chico asegura que le dio a Mariano dinero negro.

Ninguno piensa en España. ¿A qué se dedican? ¿De qué viven? ¿Cómo ahorran? ¿Qué hacen por la mañana cuando llegan puntualmente al despacho? ¿Qué tipo de empleados tenemos? ¿Por qué les pagamos un sueldo para que maquinen, trajinen y lo estropeen todo?

¿Qué pensará mi amiga Ángela? Un periodista, a quien respeto mucho, decía hace poco que Europa está tranquila porque los que gobiernan ahora en España tienen mayoría. O sea, que pueden hacer lo que quieran. En cuanto al gobierno de España, claro. Y siendo decentes, claro.

A mí, si gobernase, me encantaría tener mayoría, porque entendería que la nación había estudiado lo que yo le proponía lo que iba a hacer y me había dicho: “OK. Adelante”.

Pero, una vez dicho eso, aunque fuera por vergüenza torera, me parece que intentaría portarme bien. Procuraría saber si, en mi partido o en mi gobierno o en alguna comunidad autónoma donde mi partido gobernase, había alguien que hacía cosas raras y lo echaría corriendo. Y luego vería si había más gente a mi alrededor haciendo cosas raras y, si los encontraba, les echaría corriendo.

Yo ya sé que esto pasa en todas partes. Yo ya sé lo del pecado original y lo de la manzana que se comió Eva y, luego Adán se comió lo que quedaba y nos dejó tocados de ala. Ya lo sé. Pero señores, un poco de formalidad. Porque hay un peligro: lo vi ayer, cuando en un parking que frecuento, me encontré a Ramón, el encargado, riéndose a carajadas. Estaba solo. Es un hombre equilibrado, pero pensé si, por el calor, se le había aflojado algún tornillo.

No se le había aflojado nada. Simplemente, estaba oyendo por la radio a un comentarista muy bueno y lloraba de risa, porque, según me dijo, prefería llorarde risa que de pena, que es lo que le salía del alma.

¡Que se vayan! Totalmente de acuerdo. Pero ¿quién viene? Si esto huele a pringue por el norte, por el sur, por el este y por el oeste, con perdón de Portugal, que no tiene nada que ver con estos temas.

Ramón me decía: “¿Se ha fijado? Todo son casualidades. Pasaba por allí y me encontré un sobre. Seguí andando y pisé un ERE. Me fui a pasar la ITV y me encontré con un negocio. Se me ocurre ir a Andorra con mi novia y encuentro una bolsa de billetes en el maletero. Voy a poner gasolina y me encuentro con un mafioso. Voy a un concierto y me encuentro con Félix Millet”.

Nos reíamos Ramón y yo. Él me decía que siempre ha tenido mala suerte: que ha ido a Andorra, ha vuelto, y en el maletero, nada. Y ha pasado la ITV y, si se descuida, se le pasa el plazo y le multan.  Que no hace más que mirar si en el parking se le cae un sobre a algún cliente y no sabe si es que los guardamos muy bien o es que hemos aparcado sin sobre. Y que, como en su empresa, gracias a Dios, no han hecho ERE, no ha podido defraudar.

Cuando acabó, le dije: “¿no será que usted es decente?”

Se me quedó mirando fijamente y me contestó: “es verdad. No se me había ocurrido”.

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