Catalá, cara y cruz de una misma moneda

Explicaba hace unos días la portavoz del Consell, María José Català, que la Generalitat catalana había respondido de forma “positiva” a la carta remitida anteriormente por el ejecutivo valenciano solicitando el cese de las injerencias culturales y reclamando respeto a la autonomía: el ejecutivo catalán había contestado que “respeta” el posicionamiento de la Generalitat Valenciana. ¿Se refiere Catalá al respeto que ayer mismo podíamos observar en la televisión pública catalana cuando, al dar el tiempo, hacen referencia a los deleznables Països Catalans?

Hace pocos días también, los eurodiputados valencianos de Compromís y EUPV, Jordi Sebastià y Marina Albiol, solicitaban poder usar el catalán en los plenos de la Eurocámara, solicitud que motivó una petición de la propia formación de Esquerra Unida al Consell para que apoyara la propuesta e iniciara las conversaciones pertinentes con las instituciones europeas “sin entrar en la batalla partidista de las denominaciones, que tiene mucho que ver con intereses partidistas y muy poco con la ciencia filológica”. Preguntada al respecto, la portavoz del Consell criticó a los eurodiputados por pedir que se usara el catalán y no el valenciano. Sin embargo, pese a los alardes patrióticos de la consellera, otras actuaciones nos demuestran su cara oculta, actuaciones, estas sí, que “tienen mucho que ver con los intereses partidistas y muy poco con la ciencia filológica”.

Y es que las dimisiones ocurridas en los últimos días en el seno de la Conselleria de Educación que dirige Català por parte de tres de sus cargos principales, el secretario autonómico, Rafael Carbonell, la subsecretaria Virginia Jiménez y el director territorial de Valencia, Ismael Martínez, han supuesto un auténtico varapalo para quien los rumores apuntan como sustituta del President Fabra y posible (aunque improbable) candidata a la Generalitat Valenciana en las elecciones que tendrán lugar el próximo año. Las tensiones internas que han provocado las dimisiones son, en gran parte, provocadas por el cambio de rumbo en la política lingüística del Consell, con un acercamiento a los postulados de Escola Valenciana, una auténtica máquina de adoctrinamiento en colegios e institutos para lavar el cerebro a nuestros menores e inculcarles que lo que aprenden no es valenciano sino catalán, que nuestra señera no es la coronada en franja azul, sino la cuatribarrada y que pertenecemos a una realidad “nacional”, els Països Catalans. La federación catalanista, en un comunicado remitido al efecto, valoró “positivamente” que Català pasara “de las palabras a los hechos”. Como se ha señalado desde dentro de la Conselleria, se ha dado protagonismo a estos sectores catalanistas para “intentar garantizarse la paz en el terreno de la enseñanza”. Y ello pese a que el modelo de inmersión lingüística “a la catalana” propuesto por Escola ha sido criticado fuertemente por el PPCV por su poco encaje constitucional.

También muy recientemente leía con desagrado como en la página web del Ayuntamiento de La Vila Joyosa, gobernada por el PPCV, podías pinchar en la cuatribarrada para seleccionar el idioma en el que querías visitar la página. Ha tenido que ser la entidad Círculo Cívico Valenciano, a la que felicito por su incansable defensa de lo nuestro, quien, ante la desidia del Consell, del que Catalá es portavoz, y del propio gobierno local del Partido Popular, ha denunciado la situación ante el Síndic d’Agravis por la vulneración de la Ley de Símbolos tan utilizada por los populares en tiempos de campaña electoral.

Y es que Catalá, al igual que el propio partido al que pertenece, representa las dos caras de una misma moneda, una moneda que sirve para inocular silenciosamente el catalán y el catalanismo en nuestro sistema educativo.

Vicente Boluda

@VBoluda

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