Jesús Montesinos

¡Chanquete ha muerto! ¡Chanquete ha muerto!

En los buenos momentos el verano español acababa cuando Pancho salía en la tele y al grito de ¡¡Chanquete ha muerto!!! ¡¡Chanquete ha muerto!!! nos devolvía a la cruda realidad de los apretones de la vida. Ahora nos despiertan del ferragosto al grito de más austeridad y anuncios de más recortes. ¡¡Cómo nos ha cambiado la vida!!

Porque lo que de verdad nos duele no es que nos pongan un genérico en lugar de una medicina con marca sino que nos lo digan. Y que además nos digan que no podemos vivir así y que hay que volver a apretarse el cinturón. Con la de paella, fritangas, pescadito y tinto de verano que hemos puesto este verano en el contenedor de la felicidad. ¡Coño! ¡Más recortes! ¡¡Entre Rajoy y Fabra nos van a dejar sin aire!!

Pero no solo es en España. El admirado por la izquierda socialista (Incluido Pedro Sánchez) española, Manuel Valls, a la sazón presidente del gobierno francés, ha tenido que meterle mano a su partido para que acepten los recortes.

¡¡La grandeur francesa se tambalea!! Y lo mismo en Italia. Y la Merkel anuncia que continuará con la misma política porque no hay otra. ¿Se puede vivir sin tanto ajuste? ¿Hay vida después de la austeridad? Ese es el tema para volver a vibrar sin la nostalgia de Chanquete. Ser más austeros, no más recortados. ¿Y cómo?

Recién llegado de vacaciones el presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fabra, ha dicho que “la eficiencia es la mejor actuación frente a los recortes”. Magnífico. Ese es el tema. ¿Pero sabe implementar esa eficiencia el PPCV y el gobierno del señor Fabra? Ahí aparecen las dudas y como hay que justificar gastos delante de Montoro acaba apareciendo la guadaña. Manirrotos.

Los recortes son la medida fácil de unos políticos que no saben administrar fondos públicos sin eficiencia, como dice Alberto Fabra. Pero desde que admitimos como inevitable que el fútbol español deba 3.500 millones de euros a cambio de asegurarnos el circo los fines de semana, estamos admitiendo que el papa Estado y el dinero público está para todo. ¿Eficiencia? ¡Ja!

En una reciente encuesta del CIS el pueblo español ponía en los altares a las instituciones extractivas. Aquellas que gastan más dinero en nosotros. No importa de dónde sale y quién lo pone. Lo importante es que todo sea gratis. Ese es el principal valor de una administración: que ponga muchas cosas gratis. Y como son gratis no tienen precio. Gratis las fiestas de mi pueblo, gratis la sanidad a cualquier coste, gratis las medicinas, gratis las universidades ineficientes, gratis las carreteras y gratis los partidos de fútbol. ¿Cómo nos van a recortar lo que debe ser gratis?

Pero a los políticos les encanta dar cosas gratis. Una carretera gratis que no va a ningún sitio. Un aeropuerto (y no solo el de Castellón, que los hay peores) gratis. Una piscina olímpica para un pueblo de mil habitantes. La gente encantada porque tiene gratis cosas que no le sirven para nada. Cualquier familiar de un enfermo hospitalizado se convierte en vigilante del número de goteros que le ponen. Da lo mismo si los necesita o no. Más goteros por favor, que hay recortes.

Hospital para Liria y otro para Gandía. Y otro para la Vall. Y otro que pide la oposición donde pueden arrebatar votos al PPCV. Y La Fe el hospital más grande del mundo mundial. ¿Hacía falta? La gozó Camps y la gozan los que acuden a disfrutar de una atención de lujo a un coste brutal. ¿Y por qué no, si la sanidad pública es gratis? En este ambiente hablar de nuevos recortes resulta pecado mortal. ¿Y por qué no cambiamos los recortes por eficiencia en la gestión? ¿Cómo es posible que pese a los recortes la Generalitat Valenciana tenga mayores costes estructurales que hace un año?

Así no hay manera de arrancar una temporada tranquilos, solo recordando a Chanquete. Lo decia Emilio Lamo de Espinosa, presidente del Real Instituto ElCano en esta entrevista (http://www.abc.es/espana/20140804/abci-entrevista-emilio-lamo-espinosa-201408011723.html) “España necesita un gran proyecto de austeridad pública”. Más sencillez.

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