Golpismo

Deriva de golpe y se ha extendido su uso para calificar a la acción o acciones políticas, militares, civiles o de cualquier otra índole, individuales o colectivas, tendentes a cambiar el orden de las cosas, como derribar a un gobierno, a un monarca, a un dictador o, en general, a quien ejerza un poder.

En el siglo XIX se llamó pronunciamiento, realizado por generales significados de la época, como Prim y ya en el XX Primo de Rivera. Lo de Franco y las fuerzas nacionales se llamó Alzamiento Nacional y, por último y el último a la antigua usanza fue el del Coronel Tejero entrando en el Congreso pistola en ristre.

Hoy, en el mundo occidental, donde es impensable que los espadones salgan de sus vainas, el golpismo ha adoptado, asumiendo las nuevas tecnologías, otros métodos, nuevos sistemas y se continúan dando golpes intentando derribar o derribando poderes u opciones.

Que duda cabe que lo del 12 M fue golpismo puro y duro. .

Golpismo fue lo del 25 S, que recogiendo los restos del 23 de mayo, pretendió también derribar al gobierno en distinto escenario pero con el mismo objetivo que impulsó el 12 M .

Desde el interior del Congreso otros golpista jalearon a los de fuera y, sin recato, clamaron por un nuevo Alzamiento Nacional pero de signo estalinista. Pregunten a Cayo Lara.

Golpista es quien aprovechando la supuesta debilidad del Gobierno y para ocultar y superar las calamidades propias, coloca una bomba en la línea de flotación de la Nación Española, bomba que puede disgregarla y sumirla aún más en la indigencia social, política y económica.

Golpistas son también los que habiendo sido los principales culpables de la situación actual, por su ignorancia, prodigalidad torpe e inútil, dispendios y corrupción, se dedican a poner piedras en el camino y palos en las ruedas del actual gobierno, para que vire en redondo y se limite a continuar por la senda que trazaron ellos y que, sin remisión, conducía al abismo y a la miseria más absoluta..

Golpistas son los que aprovechan cualquier medida del Gobierno con el fin de disminuir gastos que nos permitan salir de la situación actual, ante la falta de fondos, para lanzar proclamas incendiarias contra el mismo con fines electorales exclusivamente- Ejemplo: todos los españoles, altos y bajos, rubios y morenos, hombres, mujeres, niños y ancianos, pobres o ricos, hemos estado y estamos pagando la sanidad, de lujo por otra parte, a miles de personas no afiliadas a la seguridad social, no contribuyente por lo tanto y muchos de ellos con posibilidades de pago. Solamente se les pide que contribuyan como el resto de la población española, sin olvidar que los envíos masivos de dinero al extranjero por estas personas ha sido considerable. Pues ¡si quieres arroz Catalina!, ahí están ellos exigiendo que se mantenga la situación, pero sin ofrecer personalmente el pago, sino exigiendo que sea la depauperada población española y para lo cual sería necesario aumentar los impuestos o las deudas. ¡Vaya cara!.

Golpistas son los que apoyan a los golpista y el caso más lamentable, y último, procede de la propia judicatura, encargada de hacer cumplir la Ley y castigar a los transgresores. Un juez, a quien calificaron de “pijo progre”, absolvio a los que intentando asaltar el Congreso de los Diputados maltrataron a la policía encargada de impedirlo, hiriendo a muchos de ellos y dejando medio bizco a uno. No contento con esta absolución menospreció a la clase política trasladándoles el menosprecio social creciente hacia la misma, pero olvidando que dicho menosprecio, aumentado, se extiende a la judicatura, lo que se justifica tras sentencias de esta naturaleza.La última ha sido la absolución de los asaltantes al Parlamento catalán con el peregrino argumento de que era libertad de expresión, argumento que la judicatura debió utilizar ya en el siglo XIX para exculpar a Pavía de su asalto al Congreso a lomos de su caballo.

Cuando no hay harina…ya se sabe, pero es que, además, si cunde el pánico y el golpismo se extiende anulando los remedios no habrá trigo ni molino donde producirlo.

Golpear a la puerta del molino en ruinas de poco puede servir.

Hay que terminar, pues, con el golpismo y parar a los golpistas. ¿Lo haremos? Ya vorem.

 

José Aparicio Pérez.

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