¿Urnas o playa?

De los puestos a dedo

La realidad de muchas de nuestras instituciones es dura, muy dura. Hay ayuntamientos donde el funcionariado no llega ni al 25% del personal total que allí trabaja. El resto, fijo o eventual, está puesto a dedo. Y la forma en la que llegan a ese empleo pues no suele ser por mérito sino por amistad o favor.

Esto afecta al rendimiento y a la productividad de la institución, a la confianza de los ciudadanos en los que nos gobiernan y, cómo no, en nuestros bolsillos, porque mantener unas plantillas llenas de gente improductiva, es un costo enorme que pagamos con nuestros impuestos.

Además, nos tenemos que escuchar de algunos de estos alcaldes, que para qué van a tomar medidas contra la corrupción si eso no existe en su ayuntamiento. Pues mire Sr. Alcalde, en su ayuntamiento no habrá imputados, procesados o condenados por Gurtel, Noos o ERE, pero enchufar al sobrino, el hijo de la vecina o a su cuñado es, como mínimo, una vergüenza.é

Hay que reducir los puestos de confianza en todas las administraciones tan urgentemente, como alejar al político de la adjudicación de los contratos públicos. Los procesos de contratación tienen que ser tan transparentes y tan accesibles que no provoquen ni una sola duda sobre su legalidad. Y sobre todo a nivel local. No quepa duda.

Cuando uno se propone ser honesto, la mayoría de veces lo consigue. Seguro que a la mayoría de políticos no les supone esfuerzo conseguirlo, pero siempre hay alguno al que le cuesta un poquito más. Acabemos con el clientelismo, con los puestos inmorales para amigos y familiares y conseguiremos administraciones más eficaces, ágiles y con recursos suficientes para ofrecer unos servicios de calidad para todos los ciudadanos.

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