Demagogia, mal gusto y estulticia

 

Hay momentos en los que la demagogia, el mal gusto y la estulticia se dan la mano. Ha ocurrido con la nueva operación del Rey en la que se ha oído de todo, como es natural, pero habrá que reconocer que en ese “todo” se han colado los tres elementos a los que me refería antes.

La demagogia (contradictoria) de quienes pedían y hasta exigían que fuera intervenido en un hospital público. Como se ha dicho en las redes sociales, son los mismos que de alguna forma justificaban aquel disparate de manifestación frente a La Paz pidiendo que la delegada del Gobierno en Madrid, herida grave en un accidente de tráfico, saliera de allí y se fuera a un hospital privado. Por razones que no vienen al caso, siento más que gratitud, casi devoción, por la sanidad pública española, lo cual no me impide admitir que si en un determinado supuesto me recomiendan un hospital privado  que ofrezca alguna ventaja concreta para mi salud o la de los míos, me empeñaría hasta las cejas para conseguirlo. Y ni soy el Rey ni tengo otro sueldo que mi pensión de jubilado.

El mal gusto, una vez más, corre a  cargo del inefable Cayo Lara, tan republicano como yo, pero que, me temo, no tiene el don de la oportunidad a la hora de hacer declaraciones. El señor Cayo Lara cree –textualmente-  que el mal estado de salud del rey brinda «una oportunidad de oro para que se pueda promover una modificación de la Constitución para que el pueblo español sea consultado» sobre si quiere que los niños de hoy puedan ser votados mañana como presidente de la república. Hombre, se puede ser muy “republicanísimo”, pero calificar de “una oportunidad de oro” un problema de salud, le retrata a usted sin que hagan falta más comentarios.

La estulticia viene del contertulio de moda, Pablo Iglesias, que tenía clarísimo que el Rey se pusiera en la lista de espera de la Seguridad Social como todo hijo de vecino. Y semejante idea, aun siendo muy justa, es una estupidez de tal calibre que no ocurre en ningún país del mundo conocido, ni democrático ni dictatorial, ni europeos ni americano, ni del Norte ni  del Sur.  Pero esto es lo que hay: “oportunidades de oro” que brinda una enfermedad y, mientras, en la lista de espera.  No sé yo si esta izquierda es del Siglo XXI. 

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