Dos monos, cuatro pistolas

Alberto Fabra no ha jugado limpio. El cierre de RTVV es una maniobra cicatera y dictatorial que, además de empeorar la calidad de vida de todos los valencianos, por hacerla como se hizo, nos sigue costando dinero que están retirando de otras partidas importantes.

Estamos con todos y cada uno de los compañeros de RTVV que han perdido su trabajo, incluso con aquellos que llevaban años en la sombra o en silencio cuando a otros compañeros se les perjudicaba y, en cuanto empezó la última batalla se pusieron al frente de las pancartas. Incluso con ellos.

La suma, desde que Fabra decidió arrancar el cable, asciende a casi 80 millones de euros en gastos. En una maniobra cobarde como pocas, el castellonense (a ver dónde vuelve cuando las urnas lo tiren dentro de un año) no sólo ha comprometido ese gasto en nóminas por hacer mal las cosas, sino que ha obligado a centros de atención a discapacitados y colegios a no poner la calefacción o, incluso, a tener que cobrar a los usuarios más débiles, los discapacitados, por atención.

En datos de la FEAD (Federación Empresarial de Entidades de Atención a Discapacitados) hasta 50 usuarios se han dado de baja desde que Alberto pensó que era necesario el copago. Un copado que, quién sabe, a lo mejor con el dinero de RTVV no hubiera sido necesario imponer.

En cualquier caso, maniobras cobardes y cutres aparte, no le voy a discutir lo del cierre de RTVV si realmente es necesario. Aquello sí es agua pasada y las cartas que tenemos hoy son las que son. Alberto pasará a la historia como el hombre que más he hecho por quitarnos a todos los valencianos precisamente eso, ser valencianos. Al final, cuando el tiempo pase, el que no dormirá tranquilo será él. La mediocridad es lo que tiene, que siempre pasa factura.

Sin embargo, las cartas que hay encima de la mesa son las que tenemos para jugar la partida. Y más allá de que el rival sea un mono con dos pistolas (que a fe lo es), es incomprensible como la GCT anula un acuerdo ya cerrado y castiga a la mayoría de trabajadores.

La Generalitat, con todo lo que ha hecho mal en esta jugada, había pedido unanimidad para un acuerdo decente de ERE de extinción. La prueba es que la mayoría de trabajadores votó que sí. Entonces llegan los adalides de la libertad, llamando “fills de puta” a sus compañeros y votan que no.

Unanimidad para un mejor acuerdo o por unos pocos la puta al río. Es injusto el trato del que tiene la sartén por el mango, pero es precisamente eso: el que tiene la sartén por el mango. Es mucho más sensato pensar dos veces y cerrar ya la página de RTVV y esperar de buena fe que vuelva a existir pronto un medio en valenciano y para los valencianos. Pero no. La GCT cree que no y dinamita el acuerdo.

Ya sabemos por qué. Son, en efecto, otro mono con dos pistolas. Lástima que entre Alberto y la GCT haya 1500 familias deseando acabar ya la travesía por el desierto.

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