El Barcenato

El juez Pablo Ruz, este señor magistrado, delgado y con flequillo, ha terminado las cortas vacaciones de agosto, de apenas diez días, y ha emprendido una semana en la que debe estar de guardia en la Audiencia Nacional. Para llenar horas y matar el gusanillo, su señoría ha citado a declarar a los tres últimos secretarios generales del Partido Popular,  Francisco Álvarez-Cascos, Javier Arenas y María Dolores de Cospedal, para ver si le aclaran por fin algunas dudas que alberga sobre la financiación del partido.

La de ayer fue ya una jornada de apoteosis. Docenas de cámaras de todas las televisiones, periodistas de todos los sesgos, pelajes y colores, tuvieron que dejar las vacaciones, también cortas este maldito año, para estar a pie de obra en la Audiencia Nacional. Para componer ese rito tan español, el paseíllo judicial, que acostumbra a  dar para veinte segundos en el telediario pero que luego se repite en bucle, una y otra vez, en todas las tertulias, hasta que acaban con la paciencia y con la carrera del destinatario.

Hoy habrá mucho más de lo mismo. Pero con más intensidad y muchísimo morbo. Porque será María Dolores de Cospedal, la actual secretaria general, la que podrá ver cumplida esa ilusión que desde hace mucho tiempo dice que tiene: la de ir a ver al juez, decirle la verdad y quedarse descansada. En este caso, además de cámaras, plumillas y comentaristas, se sabe que regresan a Madrid los más caros de ver, los tertulianos y los primeros espadas de la comunicación, que estos días han sido “llamados al capítulo de la columna”. Porque los directores y grandes muñidores de doctrina periodística, que también han dejado temporalmente el yate, necesitan contar con intérpretes que estén a la última; que sepan explicarnos de carrerilla si el sobresueldo que cobró tal o cual dirigente del partido lo fue cuando era ministro o no, procedía de contabilidad A o B y fue luego incluido en su declaración de renta o no lo fue.

El caso es que entre unas cosas y otras, el Partido Popular está teniendo un verano muy tenso en el que se demuestra que su principal problema es el de la financiación o, por decirlo mejor, el de los administradores y tesoreros que se procura. Porque empezando por Rosendo Naseiro y continuando con el Sanchis Perales que tenía tantas propiedades en la Argentina, la verdad es que el PP lleva tres décadas sin dar pie con bola. Como dice este señor gordito, el señor López, que habla por el PSOE  cuando Rubalcaba se toma las aguas, lo que empezó siendo el Caso Gürtel se convirtió en Caso Bárcenas hace tiempo y ha llegado a ser Caso Rajoy.

Como todos sabemos, los socialistas no han sufrido nunca de esos tristes males de financiación estrambótica ni de corrupción, ni de ná. Todo en ellos es limpio y puro. De ahí que estas dos jornadas de medio puente agosteño, pese al éxodo general en las playas, se haya incrementado mucho el interés nacional por tres personas, dedicadas a la política desde hace muchísimos años, que sin duda tienen claves muy valiosas para saber si lo que dice el preso Luis Bárcenas es toda la verdad, es medio verdad, es medio mentira o es mentira cochina.

¿Saldrá a la luz la verdad que el juez Pablo Ruz busca? No será fácil pero tampoco es imposible que se consiga. En todo caso, a mi me parece que la gran mayoría del baqueteado pueblo español, a estas alturas de la historia, no le hace mucha falta, con el mayor de los respetos, la averiguación, dictamen y sentencia de su señoría, en tanto en cuanto ya nos vamos haciendo una idea cabal y estamos formulando nuestra propia sentencia.

¿Cuáles podrían ser los rasgos generales de ese dictamen? Pues el primero, y muy sencillo, es que en España ha habido y hay un modelo de concepción, organización, jerarquía y financiación de los partidos políticos que huela a naftalina y debe ser sustituido, cuanto antes mejor, por un modelo nuevo, fresco, trasparente, de gasto mínimo y donaciones abiertas, donde un partido consuma menos recursos que una banda de música y obtenga los fondos a base de vender lotería y recaudar de puerta en puerta.

El segundo gran rasgo indicaría que las jerarquías dominantes en los partidos al uso no pueden profesionalizarse durante un tiempo tan largo como para hacer que Álvarez-Cascos, Cospedal o Arenas nos acompañen a lo largo de una vida, en la que estarán presentes desde que tomamos la comunión, nos echamos novia y empezamos a formar familia. El tercer gran trazo del dictamen, piadosamente expuesto, indicaría, como consecuencia de todo lo anterior, que los tres visitantes del juez Ruz, aun siendo inocentes como sin duda lo son, ya no hacen falta alguna en el Partido Popular, como las más sobadas generaciones de dirigentes del PSOE, CIU, el PNV o UPyD son redundantes, excedentarios, sobrantes del todo.

Porque España necesita que una nueva generación dé por cancelado el Barcenato y llame cuanto antes a la puerta del relevo. Y porque los vecinos estamos hasta aquí arriba de escuchar hablar todos los días de lo mismo, de sobresueldos, eres, primas, sobres, negro y blanco en vez de ver llegar a gente nueva que dice cosas nuevas para un tiempo forzosamente nuevo.

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