El presidente, en el Rincón

El Rincón de Ademuz, si bien se mira, es una rareza. Fue conquistado a los moros por el padre de Jaime I mucho antes que se pensara en el Reino de Valencia, y quedó anclado en la geografía española como un enclave valenciano a caballo de dos reinos-autonomías: Aragón y Castilla. Ahora, ocho siglos después, lo acaba de visitar por vez primera el presidente Fabra.

El Rincón de Ademuz es valenciano pero tiene números de teléfono aragoneses. En el salón de Cortes de la Generalidad hay pintado un caballero con el nombre de Castielfabib a los pies, porque siempre ha habido representante del Rincón en nuestras Cortes. Pero para unas cosas depende de una autonomía y para otras, de la otra. Con el resultado funesto de que para gran número de cosas, demasiadas, el Rincón sigue estando en tierra de nadie. Basta ver la historia del puente del Barrioso, sobre el rio Ebrón, en las inmediaciones de Castielfabib, para entenderlo: una riada se lo llevó hace ocho años y nadie ha tenido, hasta la fecha, la más mínima intención de atender las cartas que desde el Ayuntamiento se han dirigido a la lejana Valencia, a “quien corresponda”.

Castielfabib fue escenario, ayer, de la firma del protocolo de colaboración entre la Agència Valenciana de Turisme y la Confederación de Turismo de Interior de la Comunitat Valenciana “para la realización de acciones de marketing de la oferta turística de interior”. Nadie, por aquellos parajes, sabía con precisión, hace unos días, qué implicaría tal convenio, más allá de la supuesta llegada de folletos, guías y carteles de carretera para información de los turistas. Y la verdad es que nadie espera, por aquellas tierras baqueteadas y escépticas, que la visita oficial vaya a cambiar de un modo radical una serie de factores que tienen asumidos con resignación: sobre todo, que la distancia a la capital es muy grande y que el número de habitantes es muy pequeño para que la zona sea electoralmente relevante.

El Ayuntamiento donde el presidente Fabra llevó a cabo la firma tiene una estufa de leña para el invierno y ventanas que se abren para el verano. En conjunto, todo el Ayuntamiento de Castielfabib cabría holgadamente en el despacho que el conseller de Hacienda tiene en el palacio del Almirante. Aunque es probable que el presidente viera, en la propia plaza, el estado de las obras de rehabilitación de la antigua Casa de la Villa, una preciosa joya medieval que hubo que clausurar por inestabilidad y que ahora se está reformando, año tras año, euro por euro, con las migajitas de presupuesto que van llegando de vez en cuando, obtenidas de esta partida o de la otra. Seguro que los técnicos de la consellería de Cultura han tomado buena nota de la calidad de un monumento que debe ser rescatado de la ruina.

Esa obra pendiente, que de estar cerca de la costa hubiera recibido recursos pese a la crisis, es, como el puente derruido, un símbolo. Son ejemplos de otros cien conflictos y problemas que tienen esas “Gentes del Rincón” a las que aludió la periodista María Ángeles Arazo, en un libro ejemplar, editado hace más de cincuenta años, que fue, al mismo tiempo, queja por el abandono que la comarca sufría durante el franquismo y lamento por el paisaje costumbrista, folklórico y humano que el tiempo ya amenazaba con arrebatar.

El presidente Fabra, durante su viaje de ayer, visitó Agriblainpa, una empresa de industria agraria, surgida en Casas Bajas. Que es, también, un ejemplo de las iniciativas que están naciendo en la zona para aprovechar y desarrollar lo que el campo ofrece en forma de perfumes, concentrados y destilados. Alberto Fabra subrayó esas iniciativas y las propuso como ejemplo. Como habló elogiosamente de los recursos del turismo interior.

Pero es aquí donde se debe anotar que es preciso que todas las consellerías se esfuercen en allanar los caminos del desarrollo del Rincón de Ademuz. Los caminos físicos en forma de puentes y carreteras; los tecnológicos, que en los tiempos que corren si no se desarrollan lo que hacen es aislar más, y los caminos burocráticos, que deben ser despejados con urgencia para que estos pequeños ayuntamientos, y los emprendedores que hay en ellos, no encuentren más dificultades y sean ayudados de una forma decisiva a progresar.

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