Enrique Arias Vega, colaborador en Valencia News. Más fácil protestar que hacer

La simbología de Podemos

No voy a meterme con Podemos; que conste.

Sólo pretendo hacer una apreciación simbólica sobre su exitosa concentración en Madrid. Días antes, en el último mitin de sus hermanos griegos de Syriza, hubo un gran despliegue de banderas nacionales. En el de los españoles, ninguna.

Aquí se vieron banderas para casi todos los gustos: republicanas, por supuesto, esteladas, ikurriñas, gais… y hasta griegas. Pero banderas oficiales españolas, ninguna.

La verdad es que, a mí, el despliegue masivo de enseñas nacionales que hacen en otros países me parece una orgía etnocentrista desaforada. Pero, en cualquier caso, significa que tanto la derecha como la izquierda —y los que ahora se llaman a sí mismos transversales— no se avergüenzan de su país. Al contrario de lo que parece suceder entre nosotros.

Un ejemplo de abuso de los símbolos nacionales se da en las competiciones olímpicas, donde atletas de procedencias inverosímiles se envuelven en la bandera de su país, aunque la competición sea de carácter individual y no colectivo.

Lo contrario que aquí, insisto, donde encontrar una bandera española en algunos lugares es una anomalía, cuando no un milagro, a diferencia de lo que ocurre con las enseñas regionales. Recuerdo, a ese respecto, la polémica que se armó cuando hace tres años y pico el seleccionador del equipo que ganó el europeo sub 19 de fútbol, Ginés Meléndez, prohibió a sus jugadores la obsesiva exhibición de banderas regionales en vez de la nacional: “Aquí representan ustedes a toda España; las enseñas territoriales las dejan para otra ocasión”, les dijo.

Pues en esas estamos. Ante tanta desafección simbólica de España, ¿seguro de que quienes no creen en ella —llámense como se llamen— serán capaces de gobernarla?.

Enrique Arias Vega

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