Mare Nostrum, Un mundo difuso para una agricultura en riesgo

Legionarios o mercenarios

“Escuela, despensa y doble llave al sepulcro del Cid” era el lema de los regeneracionistas que con Joaquín Costa al frente desarrollaron su labor a caballo entre el siglo XIX y el XX. El estudio y análisis de las causas de la decadencia española desde una visión más objetiva y científica que la de la Generación del 98. Una visión orteguiana sobre el futuro que con el transcurrir de los años sigue anclada en la epidermis del pueblo español, sujeto al pesimismo y la autodestrucción, prisionero de la envidia y de un cainismo ancestral.

La sensación actual no difiere mucho de aquella. Las tertulias, los comentarios, los chascarrillos giran alrededor de los mismos temas, en un círculo vicioso y peligroso en el que todo el mundo se ha dado un baño de moralina vital. Ese espíritu tan español, que subyace en nuestro subconsciente y que nos convierte en verdaderos depredadores del prójimo. Recordando a Ganivet y su Idearium, “el español es anárquico. Desea leer Este español está autorizado para hacer lo que le dé la gana: desconfía de la justicia y es asistemático, improvisador y quijotista. Está sentenciado por la abulia y la decadencia”.

Y esa cosmovisión retrospectiva la vivimos día a día en esta tierra, sentenciada por la nueva inquisición mediática que jalea nuestras vergüenzas en la plaza pública. Una Comunitat asaltada por mercenarios que ajenos a esa otra realidad que buscan esconder, obvian una realidad llevada a cabo día a día por hombres y mujeres de esta tierra comprometidos con sus biografías en estos momentos de dificultad. Unos mercenarios que ningunean una Historia y una idiosincrasia forjada a lo largo de siglos y que desde sus atalayas mediáticas buscan mancillar, aprovechando ese meninfotisme tan nuestro.

Y en este río revuelto, hay quien espera sacar un rédito subvirtiendo los términos de esa regeneración que todos demandamos. Como antónimo de corrupción, el regeneracionismo cívico debe imponerse a fórmulas populistas desteñidas de ideologías trasnochadas. En el ambiente cívico de hoy, hay un cansancio de la vieja política, nostalgia de hombres y programas nuevos, de formaciones honestas y comprometidas con el espíritu del bien común por encima de todo. Y ese espíritu cívico no puede verse violentado por aquellos que parapetados en la demagogia, siguen levantando muros de exclusión e intolerancia con la argamasa de la superioridad moral de la Izquierda.

En estos momentos de dificultad, la sociedad necesita legionarios comprometidos con amplitud de miras, no mercenarios ideológicos con intereses espurios.

Debemos devolver a los ciudadanos esos valores y principios que han regido la convivencia y el progreso de toda sociedad cosmopolita, para evitar caer en las garras del Totalitarismo y el Absolutismo ideológico. No necesitamos cirujanos de hierro para imponer y doblegar voluntades. Es hora de estadistas que recojan y proyecten el verdadero espíritu de un pueblo que necesita estabilidad, coherencia, firmeza y compromiso. Como ese anhelo de Ortega por el que entendía que había que construir urgentemente un nuevo Estado mediante un gran ensayo de reorganización nacional, ante la visión tan negativa de la realidad nacional.

En estos momentos la convivencia y la armonía cívica es asaltada constantemente por el relativismo imperante y el egoísmo que conlleva, generando una sensación de desesperanza y desasosiego, un ambiente propicio para que se cumpla esa máxima que Hobbes expresó en su Leviatán, Homo homini lupus. Por ello la sociedad debe armarse de verdaderos legionarios cívicos que garanticen esos espacios de convivencia en común que nos permitan avanzar, profundizar y mejorar nuestra cultura democrática. Una tarea encomiable que debe propiciar que el ciudadano-espectador se convierta en militante-activo, en el verdadero protagonista de esa acción cívica que le permitirá defenderse de ese furibundo ataque que socava los cimientos de nuestra sociedad. Tuya es la elección,

Legionarios o Mercenarios.

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