Lo que necesitamos es hablar más claro

 

Nos hemos acostumbrados a ser educados con la gente. Demasiado educados. Cuando alguien nos cuenta una idea o proyecto normalmente nos limitados a felicitarle por la iniciativa y a desearle suerte… y así le hacemos un flaco favor.

Es un patrón que se repite. No importa que se trate de una idea de negocio, un nuevo proyecto empresarial o una iniciativa personal… todas reciben la misma respuesta: unas palabras de ánimo, una valoración positiva y palmaditas de ánimo en la espalda,… aunque lo que nos han contado no tenga pies ni cabeza. Los más transgresores (socialmente hablando) se atreven expresar balbuceando sus dudas, y sólo si les une una amistad con la persona en cuestión.

¿Resultado? Que por no generar una situación potencialmente incómoda o herir los sentimientos de la persona con la que hablamos, le hacemos creer que su idea es realmente buena. Y claro, el evitarnos una breve situación tensa puede llevar a que esa persona lo arriesgue todo en un proyecto creyendo que es un gran negocio… algo muy peligroso.

A menudo hablo con emprendedores que han pasado algún tiempo en los epicentros del emprendimiento mundial, como Silicon Valley o Tel-Aviv, y todos coinciden en lo mismo: un mes allí es como un año en España. Y es que allí se aprende mucho, no sólo observando a los demás sino contando tu proyecto… por que el feedback que reciben es increíble, no sólo en la calidad sino en la involucración.

Porque allí todo el mundo invertirá unos minutos en darte su opinión personal, sincera,  crítica y constructiva pero sin tapujos. Y eso ayuda a aprender mucho más que unas amables palmaditas en la espalda.

Si, podríamos alegar que realmente hay pocas personas que estén dispuestas a recibir, y sobre todo valorar, una crítica sobre su idea… pero eso no es excusa. Se trata de algo más importante que dañar su ego de forma temporal, es una cuestión de principios, de realmente creer en ayudar. De preocuparte por aportarle valor y de no optar por el camino cómodo.

Y todo esto, si adoptamos el papel de receptor de la crítica, no quiere decir que te tengas que quedar con lo que te dice todo el mundo, es importante saber tamizar y separar polvo de paja. Pero tienes que hacer un esfuerzo por compartir tu idea con todo el mundo posible, por exponerte al máximo numero de opiniones y críticas posibles… e identificar las dudas, problemas y puntos comunes, intentando encontrar un patrón.

Porque como dice el antiguo proverbio chino:

«Si un día pasas por una calle y alguien te llama ‘burro’, puedes pensar que se ha equivocado.

Si vuelves a pasar el mismo día por la misma calle, y te vuelven a llamar ‘burro’, podrás pensar que es tu enemigo.

Pero si pasas una última vez por la misma calle y te vuelven a llamar ‘burro’, mira a ver si no llevas las orejas”

Ir arriba