Enrique Arias Vega, gobierno

Los puentes

Una de las múltiples promesas incumplidas por este Gobierno ha sido la de reducir los puentes —es decir, eliminar días laborables entre dos festivos—. Se trataba, según la argumentación gubernamental contra la crisis económica, de aumentar la productividad, la competitividad y la eficiencia de nuestras empresas.

Nada de nada.

Este fenómeno no es una particularidad del PP, sino aplicable a todos los Gobiernos: ¿se acuerdan de aquellas tallas de la ropa femenina de campana, cilindro o diábolo que estableció el inefable ministro socialista Bernat Soria?

No son de extrañar semejantes ocurrencias, ya que nuestros legisladores se pasan el día inventando disposiciones a cuál más peregrina. Hace tres años, la CEOE contabilizó la existencia de hasta 100.000 leyes o normas vigentes a la vez en España. La repera.

En mi vida profesional, una vez me dio por contabilizar las disposiciones prometidas que cumplían durante su mandato los prolíficos gobiernos de ayuntamientos, Estado, Comunidades Autónomas, etcétera y resultó que eran menos del 40 por ciento. En algún raro caso se acercaban hasta el 60, pero en muchos casos no llegaban ni al 10.

Ya ven, para tanto presumir de programa electoral.

Pero volvamos a los puentes, esa peculiaridad tan española como los toros o la pandereta, que nos permite además todo tipo de infracciones de tráfico esos larguísimos fines de semana.

Pues seguimos prácticamente como estábamos, con hermosos puentes en Año Nuevo, Reyes, Jueves Santo… y ese mes de diciembre que empieza con vacaciones el puente de la Constitución, 6 de diciembre, y termina un mes después con los Reyes Magos.

Si tenemos un Gobierno incapaz de imponerse en asuntos como éste, ¿cómo pretender que pueda abordar temas de más enjundia y envergadura?

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