¡Ojo con los fondos europeos!

Anda estos días el conseller de Economía, Industria, Turismo y Energía, Máximo Buch, le podrían añadir alguna competencia más…, muy ocupado, en una intensa labor para mover a todos los departamentos con competencias en I+D+I de las diferentes consellerias, a la caza y captura de los anhelados fondos europeos estructurales.

Un nuevo reto con el que Buch busca duplicar la captación de esos fondos provenientes de las todavía boyantes arcas de la UE, respecto a ejercicios anteriores. En total, las intenciones del macroconseller es alcanzar con el programa marco nada más y nada menos que 500 millones para satisfacer, aunque sea mínimamente, las necesidades de la industria valenciana.

Buch y sus consellerias no son una excepción, respecto al resto de sus colegas políticos, cuando se les llena la boca de alabar la importancia para el futuro de la Comunidad Valenciana, y para otras muchas regiones, de la importancia que tiene fomentar, aumentar la capacidad y crear mil y un clúster cuyo objetivo sea elevar el I+D+I a su máxima expresión.

Pero como dice el refrán, del dicho al hecho va un trecho, que en este caso es un trecho kilométrico, porque por más partidas que lleguen todos los años a cualquier región, vía gobiernos autonómicos por supuesto, lo cierto es que la percepción de los agentes implicados, dígase empresas, institutos tecnológicos, profesionales es que esas ayudas no llegan a su destino final.

Es por ello, por lo que cabría preguntarse, dónde llegan exactamente esas partidas presupuestarias, y por tanto, que objetivos cubren ante la demanda tan importante que tienen en la actualidad por partes de múltiples sectores empresariales. Porque llegados a este punto, da exactamente igual que se pidan 250, 500 que 1.000 millones destinados a tal fin.
Conviene recordar, que al menos en teoría, la Generalitat anunció un acuerdo de colaboración con nada menos que el MIT, aprovechando la celebración del congreso mundial Emtech en Valencia, aunque veremos en qué punto queda esa comunión de posibles sinergias.

Eso por una parte, porque por otro lado, Juan Roig abandera, al menos de momento, el desarrollo de un futuro clúster tecnológico en una parte de la Marina Juan Carlos I, que albergó la Copa América. Dicho proyecto, impulsado por el Ayto. de Valencia, acogerá la aceleradora de empresas de Roig Lanzadera, así como la sede la escuela de Negocios EDEM.

Todos grandes proyectos, y magníficas ideas, por supuesto. Pero antes de eso debemos solucionar el futuro de la Red de Institutos Tecnológicos Valencianos, Redit, que se encuentra inmersa en procesos de fusión, o incluso de la posible desaparición de algunos.

Y sobre todo, debemos clarificar qué modelo empresarial queremos en la Comunidad Valenciana para las próximas décadas, porque la dinámica de mercado actual ha cambiado, es muy exigente, y ya no espera a nadie.

La Unión Europea concederá esos fondos muy probablemente, pero también – ojo a navegantes – fiscalizará esas ayudas como nunca. Es decir, concederá las partidas pero querrá conocer qué proyectos, empresas o clústers decidimos poner en marcha los valencianos.

La tecnología es un valioso elemento para el futuro industrial de la sociedad globalizada. Por eso, la Comunidad Valenciana debe aprovechar bien esas ayudas, y más en momentos donde escasean, para construir un tejido empresarial capar de posicionarnos a nivel internacional dejando atrás la imagen de deterioro que tanto nos ha perjudicado, y que ha significado el final de modelos empresariales, incluso centenarios.

José Luis Pichardo

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