Mare Nostrum, Un mundo difuso para una agricultura en riesgo

Por fin llegó la Campaña

La Campaña inicia la cuenta atrás, la oficial, porque por estos lares la campaña oficiosa es continua. Los protagonistas se esmeran en estos 14 días que restan en trasladar su mejor imagen a un electorado que de repente se ha dado cuenta que le toca volver a votar. A quién, a dónde, para qué, son las cuestiones que se plantea una ciudadanía inmersa en una recuperación que ya todos reconocen, con nuestros buques insignia de la “marca España”, las empresas del IBEX a la cabeza, pero que la ciudadanía de a pie todavía no percibe. El vértigo electoral ha llegado y las caravanas recorrerán miles de kilómetros en una ardua búsqueda del voto, ese sutil tesoro que todos anhelan y que debe dilucidarse por el cuerpo electoral.

De momento, la carrera se presenta apasionante ya que en esta pre-campaña y al inicio de la misma, el Partido Popular está exhibiendo un músculo que no ha pasado desapercibido a todos los analistas que siguen el circo electoral. Los medios reflejan la capacidad de movilización de un Partido al que los profetas del apocalipsis daban por muerto antes de empezar, y ese aspecto, que no aparece en los muestreos demoscópicos, es una parte importante de la ecuación. Que la gente está cabreada en un hecho incuestionable. Que algunos se han arrogado ser voz y parte, presentándose como adalides de la recuperación a base de emponzoñar el clima político hasta límites inaceptables, también. Que se ha intentado transmitir un mensaje apocalíptico en estos intensos 30 meses de gobierno popular, transgrediendo los límites del fair play, buscando incendiar a la opinión pública presentando al PP como responsable de las plagas bíblicas, no cabe la menor duda. Y la Izquierda, imbuida del populismo revolucionario que impregna el socialismo del siglo XXI, ha jugado sus cartas, buscando un tempo jurídico-electoral en principio favorable, en su asalto al poder, aunque ahora parece ser que el efecto boomerang se está volviendo en su contra.

Solzhenitsyn ya expresaba en 1978 que, «En diversos momentos a través de los años he tenido que demostrar que el socialismo, que para muchos pensadores occidentales es como una especie de reino de justicia, estaba, de hecho, lleno de represión, de codicia burocrática y corrupción y avaricia, y [siendo] consistente en sí mismo, ya que el socialismo no puede llevarse a cabo sin ayuda de la coerción. La propaganda comunista a veces incluiría frases como «adjuntamos casi todos los mandamientos del Evangelio en nuestra ideología». La diferencia es que el Evangelio pide que todo esto sea alcanzado por medio del amor, a través de auto-limitación, más el socialismo sólo utiliza la coerción.»

Todos los individuos poseen creencias, valores y actitudes referidas a la vida política, nadie es ajeno a ello. Todos los miembros de una colectividad social se posicionan, de una forma u otra, ante la realidad sociopolítica, si bien, la vida política de las sociedades desarrolladas actuales es cada vez más compleja, buscando nuevos paradigmas que reposicionen el sistema político para fortalecer a representantes y representados. Los americanos han venido estudiando este fenómeno desde los años 40/50, con autores como Berelson, Campbell, Converse, y la Universidad de Michigan, dedicados a profundizar en el comportamiento electoral y los mecanismos que condicionan la decisión del ciudadano a la hora de votar.

Aquí los analistas se han centrado fundamentalmente en definir el posible desplazamiento electoral, la transferencia de votos que puede finalizar con la hegemonía del bipartidismo, si bien, la tendencia demoscópica parece evitar ser tan concluyente, con una recuperación constante. Esperemos que los Partidos se centren en la pedagogía política para convencer al electorado de que Europa representa mucho más que un mero espacio común y que participar de la fiesta de la Democracia es fundamental, porque en una sociedad en la que se den bajos niveles de participación electoral, el sistema político pierde legitimidad, y sus efectos pueden socavar el propio marco de convivencia. Disfrutemos pues de la fiesta de la Democracia.

Ir arriba