Jorge Soria, Abogado. - Si tuviéramos una clase política responsable, valiente y sin complejos.

Si tuviéramos una clase política responsable, valiente y sin complejos.

España, el país con la tasa de paro más alta de la UE, una deuda que no vamos a poder pagar y donde hay serios problemas a la hora de mantener las pensiones ya que son insostenibles. Ha decidido erigirse como baluarte de la acogida de refugiados y gente de terceros países para que vengan aquí a vivir, a que busquen empleo o bien darles una paga que les sirva de ayuda en su nueva vida.

Ayudar a los necesitados es una de las facetas más bellas del ser humano, colaborar con quien no tiene nada es un deber moral que todos debemos hacer en todo momento, sin excepción a lo largo de nuestra existencia y resulta obvio que debemos dar prioridad a aquellos que contribuyeron con sus esfuerzos a darnos una educación y un entorno prosperó en el que vivir, que nos han acogido en la sociedad en la que vivimos y que encima compartimos el mismo acervo cultural. No obstante, no parece lógico que España, un país, cuyos jóvenes y se ven obligados a marchar al extranjero porque no hay ningún tipo de futuro dentro de su país y que no se sostiene su sistema de pensiones, este pensando en dedicar sus esfuerzos a personas de terceros países que no tienen nada en común antes que en sus propios ciudadanos, muchos de estos los podemos ver si nos damos una vuelta buscando en la basura o durmiendo en la calle.

Si tuviéramos una clase política responsable, valiente, sin complejos, más preocupada por el interés de sus conciudadanos y no en salir en la foto o en dar una determinada imagen pública acorde a la maldita dictadura de lo políticamente correcto, lo lógico sería que implantara un fuerte sistema de control de fronteras que contribuya a frenar el efecto llamada, investigar bien las ONG y mafias que se benefician de estos macabros negocios y desincentivar el aluvión de naufragios que se están produciendo en el Mediterráneo, produciendo enormes ganancias a las mafias de tráfico de seres humanos, a sociedades supuestamente filantrópicas como las de algún especulador globalista que todos conocemos para lograr sus objetivos de erradicar las identidades europeas y todo ello sin importar el hecho de convertir nuestros mares en un cementerio colosal. Es obvio que cuando se produce un secuestro lo peor que se puede hacer es pagar al asaltante porque si miramos un poco más lejos y con algo de perspectiva, lo único que vas a provocar es más secuestros, pues aquí sucede exactamente lo mismo.

Sin embargo, no resulta de extrañar este tipo de actitudes en quien no le ha importado negociar con quien sea (proetarras, chavistas, separatistas) al precio que sea con tal de ser el presidente del gobierno. No resultaba algo difícil, ya que el que pagaba su fiesta era la nación y no el personalmente, por lo cual ante alguien que no le importa lo más mínimo el país al que representa ni siquiera los refugiados a los que ha acogido, al final ha logrado lo que ha querido, quedar ante la opinión pública internacional como el defensor de los refugiados y ante su electorado como un líder altruista y empático sin importar todo aquello que va a generar posteriormente.

Esto tampoco ha resultado en absoluto complicado, ya que al final el que paga la fiesta es la pobre España la cual no tiene ningún tipo de futuro para sus jóvenes ni para sus mayores, con un sistema fiscal que expolia sistemáticamente a sus ciudadanos y con un país que se encuentra de facto en la bancarrota, al borde de otra gran crisis económica mundial, que se mantiene gracias al chorro de crédito que todavía le suministra el BCE y que deberán pagar nuestras generaciones futuras. Pero como podemos suponer, resulta muy fácil aparentar ser bueno, solidario y altruista cuando el que lo paga no eres tú, sino tu país y cuando parte de tu electorado únicamente valora la apariencia y no las consecuencias de tus actos.

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