La religión mayoritaria en Europa defiende esencialmente la caridad y la solidaridad. Esta religión ha inspirado nuestra forma de pensar, actuar y legislar durante siglos, además ha afirmado más que confirmado, que éramos todos iguales y no obstante seguimos atrapados en la incomprensión del “otro”.
Europa no ha sido solidaria, ni junta ni por partes, ha sido Imperialista, negacionista, racista ya que inventó el concepto en base a los escritos de Darwin y las alucinaciones de Lamarck. Desde la misma semilla de lo que es Europa como metáfora política se han devorados los Latinos, Germanos y Eslavos. Hasta tal punto que casi conseguimos aniquilarnos definitivamente.
Con la crisis actual muchas personas han llenado las redes de emigraciones forzosas por todo Europa, los españoles, los rusos, los polacos judíos o no, los irlandeses esclavizados en el siglo XVII por los Ingleses, los belgas, kosovares, albaneses, Bosnios, Croatas, todos se echaron sobre dos pies a los avatares de las rutas, porque alguien los quería eliminar. Los emigrados jamás fueron aceptados sin más, compraron a base de sufrimiento, trabajo, dinero y joyas su espacio.
Pero tras la Segunda Guerra Mundial brilló una luz, el deseo de hacerse perdonar, ya que muchos tenían cadáveres en los armarios, a diestra y siniestra, ahí en el crisol de la Unión en paz, nació por primera vez el deseo de tender puentes, manos y alma a otras partes del mundo. Pero llegaron las descolonizaciones, y con ellas el racismo crónico, Lamarck como testigo. Por lo tanto en la crisis actual con los refugiados sirios, solo recobra timbre, la voz que siempre ha estado, la insolidaridad y el miedo, junto a la idea de que somos superiores y que la raza blanca ha heredado el mundo.
Eso pasa cuando un continente ha construido sus realidades en la sangre del otro, y ha invadido el resto del mundo en nombre de la cultura y de Dios.
Artículo escrito por William Vansteenberghe