El estilo de la primera alcaldesa

“No veo por qué por el hecho de ser alcaldesa de Valencia, tenga que fabricarme una imagen risueña, todo el día con la boca abierta y dando besitos a los niños”, dijo a la Cartelera Turia. 

Aunque muchos piensen que la primera alcaldesa de Valencia fue Rita Barberá, se equivocan. Antes que ella, entre los años 1989 y 1991, fue alcaldesa Clementina Ródenas, del PSPV-PSOE, que sustituyó a Ricardo Pérez Casado cuando dimitió el 30 de diciembre de 1988.

Clementina Ródenas, que era responsable de Hacienda en el equipo del alcalde dimisionario, ha llevado a cuestas, durante toda su carretera política, la injusta fama de no ser una persona simpática. Lo era en el trato personal y directo pero de cara al exterior lo que no sabía, o no quería, era utilizar los recursos del populismo. En la entrevista que le hizo Carmen Botello para “Cartelera Turia” en enero de 1989 se abordó el asunto de su imagen directamente: “Pues de mi se han dicho muchas cosas: que soy autoritaria, mandona, que soy seca, ejecutiva… ¡No sé cuántas cosas más! De todas formas, yo no creo que uno deba procurarse una imagen, esa no es la cuestión. Además, ¡a mí me molesta mucho el modelo americano!”, decía antes de hilvanar las frases que abren esta evocación.

Clementina Ródenas, además, decía que uno no debe manifestarse distintamente de cómo es. “Estoy totalmente en contra de modificar ciertas cuestiones de imagen—añadió–, independientemente si me siguen considerando seca y autoritaria o no”

Clementina Ródenas, que al perder la alcaldía frente a Rita Barberá, en 1991, pasó a ser la primera presidenta de la Diputación de Valencia, no ocultaba la importancia de la novedad que suponía ser la primera mujer en el despacho de la Alcaldía: “No es que me halague especialmente —le dijo a Carmen Botello–, es que en realidad se trata de un hecho histórico importante. Las mujeres estamos tardando mucho en acceder a los puestos de relevancia y el que una mujer ocupe la alcaldía de la tercera ciudad española es, evidentemente, algo notable”.

Le preguntaron seguidamente qué significa ser “feminista entre comillas” como alguna vez se había manifestado y respondió lo siguiente: “Eso significa que soy una persona que rechazo de plano los dogmatismos y las ortodoxias”. Acto seguido explicaba que hay muchas formas de lucha, y también “muchos feminismos, muchos frentes: la lucha de las mujeres en el mundo intelectual no tiene nada que ver con la lucha de las mujeres en una fábrica. Definirse entre comillas significa, creo yo, no aceptar una sola forma de enfrentar el tema; esto es, una estructura rígida de funcionamiento, independientemente del tiempo, el medio… en definitiva, independientemente de la historia”.

En la entrevista se habló largo y tendido de la tarea que la ahora alcaldesa había hecho en el área de Hacienda, se habló de sus colaboradores, de la cohesión del grupo socialista municipal y de la necesidad de que el Ayuntamiento tuviera más recursos. Sin embargo, se habló muy poco, en realidad apenas nada, de Valencia: de la ciudad, sus vecinos y sus aspiraciones… Y aun menos, o sea nada, del modelo de ciudad que la alcaldesa sentía como propio. No se habló del parque del Turia, por ejemplo; pero tampoco de circulación, instalaciones deportivas y culturales, alcantarillado o transporte público. No se habló de lo que la nueva alcaldesa deseaba impulsar y, en realidad, salvado un par de párrafos, el asunto es que la entrevista podría haber sido con la alcaldesa de Zaragoza o Segovia.

PUCHE 

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