El Tribunal se va de puente

 

En la mañana calurosa del miércoles, pese a que el sol dio tregua, tuvo lugar una sesión extraordinaria -por ser miércoles en vez de jueves que es cuando tiene lugar este tribunal consuetudinario- del Tribunal de las Aguas. Los turistas, sorprendidos se paraban en la Puerta de los Apóstoles y preguntaban a los encargados de preparar la tribuna presidencial “¿qué pasa aquí?”. En un inglés más que aceptable, miembros del consejo, respondían a las preguntas de los curiosos y les invitaban a presenciar el acto que en apenas unos minutos tendría lugar.

Mientras tanto, los miembros del ‘jurado de riegos’, así como sus asesores, se encontraban reunidos en la Casa Vestuario, ubicada en la misma Plaza de la Virgen. Desde el interior se escuchaba a los síndicos hablando del calor, de la falta de denuncias y de las vacaciones estivales, que muchos habían interrumpido para cumplir con su deber y presenciarse en la audiencia de ese día. “Fa calor” decían unos. “En el meu poble ja han començat les festes” se les oía decir a otros desde la calle.

Ocho son las acequias que toman el agua del río Turia para regar los campos a través de sus ‘sequiols’ y ochos son los jueces que se encargan de que la justicia del regadío valenciano se siga a pies juntillas. Quart, Benàger i Faitanar, Tormos, Mislata, Mestalla, Favara, Rascanya y Rovella. Todas ellas con su correspondiente síndico que forma parte, como juez, del Tribunal de las Aguas de la Vega de Valencia.

A las doce en punto, con las campanas de la torre del Miguelete como aviso, los ocho magistrados y el alguacil desfilaron desde la Casa Vestuario hasta la Puerta de los Apóstoles, donde se sitúa la tarima con las ocho sillas con el nombre de las acequias. Una vez ubicados en sus correspondientes asientos, y con permiso del presidente del Tribunal -que esta vez recae sobre el sindico de la acequia de Rascanya- el alguacil procedió a llamar a los denunciados.

“Denunciats de la sèquia de Quart!”. “Denunciats de la sèquia de Quart!”. El público miraba a su alrededor por si alguno de los presentes decía algo. Al ver que ninguno de los ahí reunidos hacia uso de la palabra el alguacil procedió con la llamada de las siguientes acequias. Así hasta nombrar a las ocho acequias. Una vez, concluida la llamada del alguacil, y visto que ningún denunciante se presenció ante los magistrados en esta ocasión, el presidente del Tribunal dio por concluida la sesión.

En apenas diez minutos se puso fin al acto, ante el asombro de los presentes que esperaban poder presenciar cómo se ponía en práctica la justicia del agua en Valencia. Los turistas, sorprendidos, quizás porque no habían entendido nada, ya que todo el acto transcurre en valenciano, se hacían fotos con los jueces como si de estrellas de fútbol se trataran. Una vez despejada la tarima los operarios se encargaron de despejar la zona y devolver al interior de la Casa Vestidor las sillas y el cercado que componen la tribuna de este ‘consejo de hombres buenos’.

Es verano, y como el sol ya comenzaba a vislumbrarse entre las nubes y el calor apretaba más de la cuenta, los jueces así como los miembros que forman parte del consejo del tribunal se apresuraron en recoger. “Vamos a tomar una cerveza fría” decían algunos. “Fins a la setmana que ve” se les oía a otros. Y así, en apenas quince minutos, se daba por finalizada la sesión y el acto y recogidos los enseres utilizados. La justicia del regadío en esta ocasión fue rápida. “La semana que viene, dicen, que hay juicio” se oía comentar a un magistrado a un grupo de señoras, de Valencia, que aseguraban que era la primera vez que asistían y que era un lástima que en esta ocasión no hubiese tenido lugar ningún juicio.

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