El Ayuntamiento hace un par de años, trasladó la mayor parte de sus instalaciones al edificio de la antigua Tabacalera, el que había sido en su día Palacio de la Industria de la Exposición Regional, en plano barrio modernista de Valencia. La operación supuso abandonar la sede municipal de la avenida de Aragón, que ahora se quiere derribar, y permitir que una inmobiliaria construyera en parte trasera del edificio, con fachada a Micer Mascó.
Se derribaron cuatro naves y se tumbó una tapia de ladrillo que luego ha sido de controversia y pleito, hasta llegar al Supremo. Con todo, y aunque la nueva administración municipal ya funciona en la nueva sede, la calle lateral, la del Naturalista Rafael Cisternas, y la parte trasera, sigue cerradas por feísimas vallas de metal, impresentables en un edificio que debe emanar dignidad y respeto, calidad de representación. Esa misma calle lateral está afeada por vallas y pilones de cemento que indican provisionalidad en una obra.
Y esa es la pregunta que la gente se hace: ¿la nueva sede municipal, Sinfonía Inacabada, cuándo se va a terminar de una vez? Otras muchas preguntas se hacen necesarias: los espacios que hay entre los edificios de estricto uso municipal ¿Van a ser privados o públicos? Porque si van a ser públicos, y ya se puede, deberían abrirse cuanto antes. Y si van a ser de uso municipal estricto lo que hay que hacer es ponerles en el perímetro un cierre de calidad ornamental en vez de las chapas de aire chabolista que hay ahora. O carne o pescado, o blancos o negros: pero rematemos algo una vez… Porque para dejar los cierres de ahora… era mucho mejor la tapia de ladrillo de 1909 que se derribó.