Un sonoro cambio de gobernador

Pocas veces, durante los años setenta, se publicaron editoriales periodísticos lamentando la marcha de un gobernador civil. Pero con Rafael Orbe Cano, ocurrió. El 29 de junio de 1973, después de una insólita y cordial reunión con los periodistas en la sede de la Asociación de la Prensa Valenciana, Orbe Cano recibió los elogios del diario decano de Valencia, que se lamentaba por la marcha del gobernador civil.

Pero en la política española estaban ocurriendo cosas a creciente velocidad y en febrero de 1973 llegó al Gobierno Civil de Valencia un joven abogado del Estado, que había sido vicesecretario general técnico de la Presidencia del Gobierno en 1966 y en 1970 Gobernador de Civil en Zaragoza, que traía otro talante y maneras de actuar muy distintas a las convencionales del franquismo. Orbe Cano, nacido en 1937, no había conocido la guerra ni de lejos. Tenía 37 años y para empezar tomó posesión de su cargo con camisa blanca, olvidándose de la costumbre de hacerlo con camisa azul mahón, propia del falangismo, porque un gobernador civil era, al mismo tiempo, jefe provincial del Movimiento, el partido único oficial.

En febrero de 1973 el ambiente periodístico, asociativo, intelectual y juvenil valenciano se relajó notablemente. A Orbe Cano se le vinculaba con el Opus Dei; pero el caso es que se escribía con menos tensiones, se organizaban actos universitarios con más facilidad, había menos cortapisas para todo. Pero la breve presencia de Orbe Cano en Valencia terminó bruscamente cuando, tras el nombramiento como presidente del Gobierno del almirante Luis Carrero Blanco, en junio de 1973, se reordenó todo el gabinete. Y Rafael Orbe fue llamado a la dirección general de Radio Televisión Española, con la misión de sustituir a un joven falangista, de talante también muy prometedor, llamado Adolfo Suárez.

Orbe Cano se tuvo que ir a Madrid a toda prisa: el 2 de julio tomó posesión de su nuevo cargo en el Ministerio de Información y Turismo. Y Valencia quedó casi todo el mes a la espera de que el Gobierno designara gobernador civil. Un cargo que finalmente recayó en Enrique Oltra Moltó, un abogado de 52 años, ingeniero industrial, que había sido concejal y alcalde de Alcoi y más tarde procurador en Cortes por Alicante. Su carretera política le había llevado después a ser gobernador civil en Álava, Guipúzcoa y, como destino más reciente, en la provincia de Murcia.

Los periodistas valencianos llamaron a sus colegas de Murcia para hacer una pregunta que ya tenían respondida de antemano: “Si ha pasado por los gobiernos civiles de Álava y Guipúzcoa, si en el archivo todos tenemos fotos de él con el general Franco, a bordo del “Azor”, durante los veraneos donostiarras… verde y con asas”.

El dictamen es que Valencia volvía a tener –después de la breve etapa de un gobernador como Rafael Orbe, que fue visto más de una vez por Valencia, yendo de noche, solo, a bordo de su motocicleta– al arquetipo de un gobernador muy vigilante de las cuestiones del orden público, de talante correoso y puntilloso, muy poco flexible y excesivamente aficionado a castigar las infracciones del campo de los espectáculos, las reuniones o los actos públicos con sonoras multas.

Muy pronto, en vez de Oltra Moltó, se le llamó “Altra Multa”. Porque freía a sanciones a todo el que incumplía las rigurosas normas en materia de manifestación y reunión. Pero ese fue el representante del Gobierno, y de su partido único, que Valencia tuvo durante el primer tramo de la Transición: hasta el asesinato de Carrero Blanco, la muerte del general Franco y bien entrado el año 1976, fue Oltra Moltó.

Si su talante fue como se describe en lo menor, no fue menos exigente en lo mayor. Al presidente de la Diputación, José Antonio Perelló Morales, de talante liberal y técnico, lo cambio muy pronto y lo sustituyó por Salvador Escandell. Al alcalde de Valencia Vicente López Rosat lo destituyó también, en septiembre de 1973, para sustituirlo por Miguel Ramón Izquierdo, quien, sin embargo, supo imponer su personalidad y su carácter moderado a las interferencias del gobernador.

Rafael Orbe Cano y Enrique Oltra Moltó siguieron haciendo carrera política después de su paso por Valencia. El primero, por su edad y su estilo personal, durante más tiempo que el segundo, realmente inhabilitado ya tras la muerte de Franco. El primero falleció a los 60 años, en 1996; el segundo murió en 1993, a los 72 años. Los dos han pasado a la historia de la Transición de Valencia como hombres que aportaron cuanto fueron capaces de ofrecer en momentos delicados de la historia de nuestra sociedad.

PUCHE 

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