Bravo, doña Gabriela

Investi-dura

Tendremos que esperar para esa investi-dura. Mientras, las reuniones vuelan, casi condenados a entenderse, aunque parezca que no vayan a hacerlo jamás. La situación es bien compleja: Rajoy le ha pasado la patata caliente a Sánchez que, queriéndo ser más flexible que lo que su propio partido le deja, cosa que refleja una postura casi suicida, quiere negociar con los que le piden la luna. Lo del pacto entre Rajoy y Sánchez parece una pero, como bien ha apuntado hoy el profesor Rafael Alonso en nuestra casa, a veces debemos pensar en la voluntad de «los del IBEX 35», más que en lo que un irrisorio político pueda o nunca sea capaz de hacer, utopías a parte. Ahí es donde parece que entre en juego Ciudadanos. Y no, no por el argumento del respaldo del mercado financiero que tanto le han colocado detrás a Rivera y que, sea como sea, habría que demostrar, más allá de una maldita hemeroteca.

Lo que es claro es que este panorama no podrá sostenerse por mucho tiempo. Las líneas rojas tendrán que convertirse en su versión pastel, mezclado con tonos blanquecinos, para poder forjar un acuerdo de mínimos que garantice futuros pactos de máximos. A día de hoy, es poco más que una visión ideal y más viendo el chantaje de la gente de Podemos, que se ha quitado la careta, con el reparto de sillones que juró que nunca abordarían.

Lo que hay que pactar está claro: las urgencias de los españoles. Las grandes cuestiones ya vendrán, no es el momento de ponerse hacer markenting, sino de arremangarse y de demostrar cada uno por qué es nuestro representante, por qué cobra lo que cobra y por qué debemos elegirlo en esas futuras elecciones. No es momento de ponerse a cambiar la sociedad, sino de garantizar los derechos que ya les han sido reconocidos y rescatar los que se han quedado en el camino. Ni más, ni menos.

¿Y si dejarán por un segundo de pensar en unas hipotéticas elecciones annticipadas y abordaran la cuestión con un caracter de Estado? ¿Dónde quedan los ciudadanos?

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