El teléfono móvil y la radiocomunicación

Amigos y conocidos me proponen analizar el fenómeno del imparable incremento de la telefonía móvil, desde su aparición a principios de los años noventa del pasado siglo, hasta la época actual, algo que no ha tenido precedentes en la historia de la Humanidad en lo que se refiere al progreso de la tecnología de las telecomunicaciones. Mi firma, como ingeniero, fue puesta durante bastantes años en gran cantidad de proyectos en los que se deseaba utilizar la comunicación por radio para muy variadas aplicaciones en las que se necesitaba el contacto vocal de estaciones fijas con otras móviles en vehículos, o “walky-talkies” personales para ser llevados colgados en el cinturón. Innumerables empresas e instituciones precisaban de este tipo de comunicación para el desarrollo de su actividad, servicio reglamentado estatalmente por el correspondiente ministerio, quien es el encargado de asignar, distribuir y administrar las frecuencias de radio correspondientes, con la advertencia de que se trata de un denominado “recurso escaso” que no puede suministrarse sin justificación de necesidad y que está sujeto a restricción y vigilancia por parte de la Administración del Estado.

Las cosas así permanecieron durante decenios en desarrollo paralelo al avance de la tecnología electrónica, que iba lanzando al mercado, año tras año, aparatos más sofisticados, perfectos, seguros de funcionamiento, cada vez de menor tamaño, con mejores prestaciones y precios más asequibles. Con ello, más y más usuarios fueron añadiéndose a la práctica de la radiocomunicación, en un compartimentado internacional de aplicaciones, utilizando distintas frecuencias y asignando bandas específicas por tipos de utilizaciones, que van desde la radiodifusión y televisión hasta las aplicaciones comerciales y estatales de radiocomunicación, usos militares, marítimos y aéreos, radioafición y un largo etcétera de aplicaciones de las ondas de radio, en la superficie terrestre y en el espacio. Por supuesto, también a la telefonía móvil.

A nadie puede extrañar que la mayor parte de aplicaciones de comunicación por radio, como las llamadas de barcos a puerto, conversaciones telefónicas desde aviones comerciales, trenes o autobuses en circulación, agencias de transporte o de distribución de mercancías hayan preferido el uso, muchísimo más sencillo y económico de la telefonía móvil, también llamada “celular” en algunos países. No podemos olvidar que es el desarrollo gigantesco de las técnicas informáticas en los últimos veinte o treinta años lo que ha permitido el momento actual de la telefonía móvil, sin ella hubiera sido impensable contar con las enormes facilidades de comunicación que nos ofrece. Hablar de esta técnica, hoy imprescindible, es hablar de ambas tecnologías, quienes hemos cooperado durante años a ambas, lo sabemos bien.

Sería a principios de los años ochenta cuando aparece una primera versión de telefonía móvil a bordo de vehículos, que se restringía a personalidades gubernamentales y bolsillos acaudalados, que podían utilizarse en el ámbito de las grandes ciudades, y no es hasta diez años después cuando este servicio, con nueva tecnología, comienza a extenderse a otro tipo de usuarios, si bien siempre desde automóvil y utilizando costosos aparatos terminales. Servicio ofrecido por la Compañía Telefónica de España, que todavía ostentaba el monopolio de las comunicaciones telefónicas en el País. Contraté esta facilidad, para mi uso profesional, a finales de 1991, pudiendo afirmar que el resultado era sobradamente satisfactorio en cuanto a áreas de cobertura y calidad de transmisión, si bien en aquellos comienzos se utilizaba un procedimiento analógico, lejos de la calidad posterior y actual de la telefonía móvil de tecnología digital.

En definitiva, tanto uno como otro procedimiento se limitan a la comunicación por voz entre personas por medio de ondas de radio, aunque de frecuencias muy diferentes y alejadas unas de otras dentro del espectro radioeléctrico. En el caso de la radiocomunicación, la transmisión se efectúa de forma denominada semi-duplex, esto es, en ambos sentidos (emitir/recibir), aunque no simultáneamente: con uso del popular vocablo del “cambio” y “corto”. Todos los equipos de una misma red privada están permanentemente a la escucha, excepto el que transmite, que sólo será uno. Debido a la penuria de canales (recordemos lo de “recurso escaso”), cada uno de éstos puede ser compartido por dos o más entidades abonadas, con lo que cada una de estas permanecerá bloqueada mientras el canal lo ocupa, transmitiendo, un terminal de grupo distinto.

Cada red debe diseñarse por un proyecto de ingeniería, con el correspondiente coste, se necesita además la presentación a la Administración de Telecomunicaciones de una cierta compleja documentación y el abono de un cánon anual. Toda ampliación o modificación de la red necesita de un nuevo proyecto de ingeniería. La cobertura de la señal de radio de cada una de las estaciones móviles depende de su posición sobre el territorio en cada momento, no pudiendo asegurarse el correcto enlace de comunicación de forma generalizada. El coste de una red puede ser elevado, tanto de los equipos y elementos necesarios en las instalaciones fijas (bases y repetidores) como de las móviles sobre vehículos, añadiendo tasas y proyectos.

Las comunicaciones de este tipo no pueden gozar de la condición del secreto, ya que cualquier equipo extraño que reciba en la misma frecuencia, escuchará las conversaciones con toda facilidad.

La telefonía móvil coincide con la anterior en su función básica, sirve para el intercambio de conversaciones habladas entre distintos corresponsales, si bien en forma normal telefónica, simultánea en ambos sentidos, proporciona secreto en la comunicación y goza de unas áreas de cobertura prácticamente ilimitadas en todo el territorio nacional e, incluso, en la mayoría de los países extranjeros. El terminal es de muy bajo precio de adquisición y de reducido tamaño, puede llevarse en un bolsillo de la camisa. Se puede establecer comunicación con cualquier otro terminal de cualquier nacionalidad y compañía de comunicaciones a lo largo y ancho del planeta. El costo de las llamadas depende de cada modalidad de contrato entre el abonado y la compañía prestataria del servicio y todos conocemos que es asequible a cualquier bolsillo.

De forma evidente, la telefonía móvil presenta enormes ventajas de todo tipo frente al sistema clásico de la comunicación por radio entre estaciones fijas y móviles, por lo que ha sustituido a esta última en multitud de instalaciones. Cumple cualitativamente con el cometido de intercambio de información hablados, aportando una total facilidad en el establecimiento de la llamada y enorme versatilidad, de manera que únicamente se conservarán las redes que necesiten efectuar “llamadas generales”, esto es, a todas las estaciones móviles de la red al mismo tiempo (policía, taxis, bomberos, ambulancias, etc.)..

Rafael Murcia es Ingeniero Superior de Telecomunicación

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