En 1940 se proyectó que el Santo Cáliz presidiera la Catedral

La alcaldesa de Valencia ha puesto de relieve su interés en que el Santo Cáliz, tanto desde el punto de vista religioso como histórico, sea un elemento clave en la proyección exterior de la ciudad. Esa novedad ha hecho revisar diversos aspectos de la tradición y la historia de la reliquia eucarística, en su relación con la ciudad y con la Catedral.

En ese sentido, cabe recordar que el baldaquino levantado en el Crucero, bajo el gran cimborrio, fue construido cuando se proyectaba que la reliquia del Santo Cáliz presidiera al templo en el futuro, decisión que luego no llegó a prosperar.

Las reformas que se hicieron en la Seo de Valencia tras la guerra civil se hicieron necesarias tras los graves daños causados por el incendio de parte del templo, en el año 1936, así como por el saqueo de sus capillas y el uso de la nava principal como almacén durante la guerra civil. El incendio afectó a la capilla de las reliquias, al aula capitular nueva, la sacristía y el tesoro y causó, además de grandes pérdidas en bienes patrimoniales y obras artísticas, el derrumbamiento de algunos techos. El uso de la nave como almacén, con movimiento de camiones dentro del templo, también supuso cambios en la estructura del coro que, como en otras catedrales españolas, ocupaba el cuerpo principal de la nave central.

Tras la guerra civil, entre julio 1940 y junio de 1941 se realizaron obras destinadas a reparar los daños causados al templo, ocasión que se aprovechó para introducir algunos cambios de importancia en la estructura. En primer lugar se acordó el desmontaje de los dos órganos y el traslado al presbiterio de la parte del coro que no había sido dañada. Las reformas afectaron al área situada bajo el cimborrio, donde se colocó el altar mayor, cubierto por un baldaquino.

Esa construcción, debida al arquitecto Vicente Traver, usó columnas,  mármoles y jaspes procedentes del trascoro de la época neoclásica. El nuevo altar mayor se construyó con rapidez y ya pudo ser consagrado en junio de 1941 al tiempo que se daba una nueva pavimentación a todo el templo y se reparaba la mayor parte de las capillas.

El Santo Cáliz se expone, desde el año 1916, en el Aula Capitular antigua de la Catedral, obra gótica del siglo XV atribuida al maestro de obras Andrés Juliá.  El obispo Vidal de Blanes, que lo fue entre 1356 y 1369, ordenó la construcción de ese edificio, en principio separado del templo, con la previsión de que tuviera en el subsuelo una cripta destinada a dar sepultura a canónigos y prelados de la Catedral. En ese hermoso espacio gótico se instaló, en el siglo XVIII, el calado ojival procedente del trascoro original del templo.

El deseo de dedicar el templo catedralicio al Santo Cáliz, y obtener para él la calificación de Basílica, fue más un objeto de interés periodístico que un proyecto realmente contemplado por la Iglesia valenciana o por el cabildo catedralicio. La intensidad religiosa de los primeros años cuarenta explica ese fervor, que de algún modo habría que enlazar con el interés germánico de ese momento por las leyendas del Grial. Encendidos artículos de prensa subrayaron esa devoción al Cáliz de la Cena y sustentaron la de idea de un templo dedicado a su veneración.

En el año 1943, sin embargo, la Iglesia resolvió no situar el Santo Cáliz en el centro del templo. El arzobispo era, en aquel momento, don Prudencio Melo, que falleció en 1945. Y aunque ya estaba construido el baldaquino, la reliquia eucarística se mantuvo en el Aula Capitular vieja aunque subrayada especialmente con la hornacina gótica que ahora conocemos y con el altar separado, que se sustenta en cinco pilares góticos aparecidos en las excavaciones del crucero del templo.

El baldaquino fue desmontado en el año 1974, después de que se realizaran las reformas destinadas a retirar el revestimento neoclásico de la catedral y conservar la fábrica gótica del templo. Las piezas del templete fueron trasladas a la iglesia arciprestal de Lliria, donde permanece hasta la fecha.

PUCHE

 

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