Estallido de emociones a los pies de Carmen Sancho

Para muchos éste es solo un lunes más en el calendario. Para la ciudad de Valencia, es un lunes de resaca de emociones. Hoy es «Post Cridà», que no es poco.

Los que el sábado alargaban de manera imposible la noche se encontraron en las calles con cientos de valencianos que madrugaban con una sonrisa en la cara. Y es que ayer amaneció más pronto en Valencia, y, siguiendo el refrán, parece que Dios sí ayudó, porque el domingo regaló unos cielos despejados y unas temperaturas envidiables que permitieron disfrutar de la jornada al completo.

La Plaza del Ayuntamiento bullía desde primera hora de la mañana cuando, pasadas las 7,  daba comienzo la tradicional macrodespertà en la que participaron los representantes de todas las comisiones de la ciudad que momentos más tarde se reunían en las inmediaciones para el popular desayuno fallero.

La programación se guardaba dos platos fuertes. De entrantes, charangas y agrupaciones musicales que amenizaban el ambiente para lo que llegaría después. De primero, un auténtico terremoto de ruido y sonido que hacía temblar los alrededores del Ayuntamiento y, con él, a las miles de personas que esperaban la primera mascletà del 2014. La Pirotecnia Valenciana de Llanera de Ranes empezaba ya a meter la emoción fallera en el cuerpo de todos.

Y llegó el plato fuerte, el espectáculo que levanta a multitud de valencianos del sofá un domingo de invierno por la tarde. Solo la Cridà puede hacerlo. Las Torres de Serrano esperaban y la cita era ineludible. Puntuales, minutos antes de las 8 de la tarde llegaban unas emocionadas Cortes de Honor que precedían a las protagonistas de la jornada: Carmen Sancho y Claudia Villodre.

La Fallera Mayor de Valencia sorprendía con un espolín Espigas en un fondo negro onix tejido con oro viejo, plata y metal glaseé y con 28 colores de trama. Espolinado es también el cuerpo de manga larga que lució a conjunto con el mismo cartonaje pero todo tramado con seda negra. La «joya» por excelencia en materia de telas ha salido de los telares de Rafael Catalá, firma en la que han confiado las últimas cuatro Falleras Mayores de Valencia para vestir en la Cridà, y confeccionado en Hilos de Seda.

Sabedora de que todas las miradas estaban puestas en sus movimientos y en sus palabras, Carmen se arrancó con un discurso en valenciano que sugería la unión de los valencianos por la fiesta e invitaba al resto de españoles a conocerla y disfrutarla. Desde qué uso más o menos «normativo» del idioma utilizó la Fallera Mayor, hasta el color del traje, el análisis al milímetro de su figura comenzó desde el minuto uno. Pero lo cierto es que, sin salirse del protocolo marcado, Carmen Sancho parece haber aprobado con nota alta la jornada de ayer, la primera en la que se dirigía directamente a los más de 50.000 valencianos congregados a sus pies este domingo.

El mensaje caló entre las turbas, que a cada frase de Carmen estallaban en clamores de alegría y celebración por el inicio del nuevo ejercicio fallero, el momento cumbre del año.

La jornada, que, en general ha transcurrido sin incidentes salvo por la veintena de personas que Cruz Roja ha atendido a lo largo de la mañana en la Plaza del Ayuntamiento, acabó como no podía ser de otro modo.

Esa Valencia de contrastes once meses al año, durante cuatro semanas es diferente, es olor a pólvora, es ruido, fuego y color. Valencia se ha plegado ante sí misma. La vida fallera vuelve a los casales, se extiende imparable por toda la ciudad.

 

 

 

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