Raphael sigue siendo aquel

 

Anoche, ante un público entregado desde las primeras notas, y que llenó el teatro casi al completo, Raphael dió buena muestra durante tres horas de concierto, y sin ningún descanso, de que su voz, su teatralidad y su energía sigue tan viva como cuando comenzó a cantar a los catorce años.

Tres horas en las que las 42 canciones de su repertorio hicieron que su público, en el que se puede ver ya la existencia de un relevo generacional, haya ejercitado sus piernas en un continuo sentarse y levantarse al ritmo de las melodías que cantaba el jienense.

Acompañado por una banda compuesta de siete músicos (batería, bajo, piano, teclados, guitarra, trombón y trompeta), Raphael derrochó voz y arte.

Tras abrir el concierto con «Si ha de ser así», el artista, de riguroso negro y su característica corbata sin anudar, continuó con otros temas como «Digan lo que digan» o «Provocación». Así hasta llegar a casi la mitad de la actuación, cuando ya pasaba hora y media, y Raphael, mientras introducía «El cantor», explicó el porqué de la larga duración de su espectáculo.

«En estos meses de gira estoy revisitando canciones mías de antes y ¡hay que ver el repertorio que tenía! Me estoy regalando este repertorio, pero no sabía que había tanto», bromeó durante la actuación Raphael.

Ya sin chaqueta y corbata, y entre gritos de «artista» o «estás mejor que nunca», Raphael hizo suyo el escenario, presidido por un piano de cola y dos escaleras en los laterales, se movió al ritmo que marca su característico juego de brazos, a veces pareciendo un imitador de sí mismo.

Entre el «puñado» de canciones favoritas que reconoció tener, el de Linares marcó el tema «Hablemos de amor», al cual definió como una de sus «joyas de la corona» y fue entonces cuando, una vez más, los gritos de sus admiradoras subieron de volumen para corear «¡guapo, guapo!».

Una vez interpretada, y sin muestras de agotamiento en su voz de 70 años, el andaluz continuaba con su «Maravilloso corazón» o «Payaso», tema este que cantó mientras retaba en una gran pantalla al Raphael que lo interpretó en 1970.

Así hasta el último bloque de la gala, en la que llegó «Escándalo» y «Ámame» hasta concluir con «Como yo te amo» y mostrar claros síntomas de emoción y agradecimiento.

Pese a lo extenso del concierto, hecho que demuestra que hay artistas de otra pasta, de otra escuela, y para los que no pasan los años, hubieron personas que solicitaron al cantante otra canción pero, con su desparpajo habitual, el cantante se despidió con un «gracias, pero ustedes saben que yo mañana tengo otra función a las ocho».

Así es, otra y otra, así hasta completar las seis actuaciones que están dentro de su gira de promoción de su último disco, «Mi gran noche», un trabajo que está a la venta únicamente en iTunes y en los conciertos que ofrece.

«Es Raphael, ¡ya está!», con estas palabras abandonaba el Teatro de la Zarzuela una seguidora de «El niño de Linares» tras vivir un concierto lleno de pasado, presente y, a juzgar por la energía y la calidad de la voz de Raphael, también de futuro. 

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