Yurtas mongolas made in Valencia

La tendencia a construir edificaciones sostenibles con la utilización de materiales naturales y adaptables al medio ambiente parece que haya sido un descubrimiento reciente. Pero, el ahorro energético sacando partido a la energía solar en las viviendas; el reciclaje y la gestión racional del agua, la utilización de tipologías adaptadas a cada zona, etcétera, son conceptos que lejos de resultar recientes muchos pueblos primitivos ya entendían y aplicaban de forma sencilla y natural.
Así, por ejemplo, hace 2.500 años, en tiempos anteriores a Gen Gishkan, los pueblos nómadas de Mongolia construyeron sus primeros Gers (casa o Yurta mongol). Eran y son, porque siguen viviendo en ellas, casas de forma circular con un curioso sistema de desmontaje y que, una vez montadas (se tarda un día), son capaces de soportar y combatir todas las inclemencias meteorológicas que se presenten, hasta vientos huracanados, ventiscas, aguaceros, etcétera. Cualquier superficie lisa es válida para su asentamiento, ya que el suelo es de madera y resultan cálidas en invierno y frescas en verano, debido a los materiales naturales utilizados en su construcción: lana de distintos animales, madera, crin, piel y algodón. Son 100% biológicas y la puerta de entrada siempre ha de estar situada mirando al Sur.
Muy tímidamente se están dando casos de personas en España (una de ellas en Alicante) que deciden vivir en este tipo de casas haciéndolas su vivienda habitual. Cambiar de estilo de vida y optar por la sencillez de estas casas parece que son los motivos que les inclinen a adquirir una Yurta. Aquellos que vivan en ella posiblemente la hayan adquirido en Heliotec, un grupo empresarial que comercializa la marca Biosolis de Yurtas, y que se encuentra radicada en La Vlla d’Uixó (Castellón). Esta empresa es la única en toda Europa que fabrica las tradicionales Yurtas mongolas.
Josep Antoni Nebot, presidente del grupo Heliotec, explica que las Yurtas que comercializa resultan ser un proyecto de adaptación a la ingeniería occidental de tal manera que, aunque mantienen las constantes de sostenibilidad en los materiales y de robustez en su estructura, también se incluyen ciertas comodidades de las cuales no gozan los mongoles de la estepa.
Nebot afirma también que las ventas de Yurtas se dirigen principalmente al tipo de alojamiento turístico o de uso temporal, es decir, son muchos los propietarios de estas casas que disponen de las mismas para comercializarlas desde el punto de vista turístico como alojamientos rurales o espacios destinados a centros de yoga, etcétera. Sus mayores competidores, las casitas de madera prefabricadas, aunque estas no gozan de las ventajas de una Yurta, y es que ésta es desmontable, no necesita cimentar, y las casitas si.
Según el presidente de Heliotec, una Yurta puede oscilar entre los 12.000 y los 50.000 euros. Todo dependerá de cuantas comodidades o añadidos quieras incluir. Francia y Estados Unidos son abanderados en las adquisiciones de Yurtas, aunque Nebot explica que están comenzando a tener pedidos de Sudamérica para emplearlas como alojamientos turísticos.

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