Montesinos

Las 50 sombras del PSOE

El verdadero debate español (y mundial) es si la película 50 sombras de Grey (dirigida por Sam Taylor) es una película de amor o de sexo. La novela de E.L. James es una insoportable narración erótica en origen, como definen los críticos, pero en la película hay confusión el mismo día de su estreno en España. ¿Es sexo o amor? ¿Es dominación o placer? ¿Las sombras que arroja el PSOE son por la ambición de poder o por garantizar el buen gobierno? La novela y la película tienen millones de seguidores y el PSOE aporta 125 años de historia, pero al final ha aparecido la realidad: lucha por el poder y la dominación.

Por supuesto que la batalla interna de los partidos interesa mucho menos que los calentones de Anastasia y Christian Grey, pero es tan esperpéntico lo que ocurre en el PSOE de Pedro Sánchez que da para un monologo de Dani Rovira y unas risas en el bar (en el bar del PP se entiende). De entrada demuestra que en el PSOE (y también en los otros partidos) la batalla es de poder, no ideológica. Importa un huevo qué hacer, lo que importa es quién tiene el poder de hacer. Y quien así ejerce el poder pierde la autoridad moral por mucha historia política que se tenga.

Luego está el motivo principal. ¡Qué coño liderazgo de Pedro Sánchez o el pacto con Podemos!! ¡¡Listas! ¡¡Las putas listas!!! Lo que quiere el actual secretario general del PSOE es controlar las listas de autonómicas y municipales para así garantizar miles de fidelidades en toda España. Así, cuando lleguen las primarias, tiene asegurado el voto mayoritario de un partido apesebrado por si a Susana Diaz se le ocurre presentarse. Las primarias siempre se ganan desde el poder. ¿Qué para eso hay que cambiar a Tomas Gómez? ¡Pues se cambia!! Primer aviso para Ximo Puig y otros díscolos, que pondrán en las listas a los de Sánchez y no a los que quiera el PSPV. Aunque Puig ya hizo buenas maniobras para tener en Alicante, Castellón y Valencia candidatos de su cuerda. El poder de Grey.

Para alcanzar este objetivo valen todas las armas. Es el poder por el poder. Es el placer del poder, que diría Heráclito. Se saca a pasear por El País el tranvía de Parla, como en su momento José Luis Rodríguez Zapatero sacó a pasear las obras en casa Joan Ignaci Pla para cargárselo de secretario general del PSPV/PSOE y poner a uno de su cuerda, Jorge Alarte. Es el fuego amigo. Luego se disfraza un poco la jugada y a Tomas Gómez le darán algo por dimitir hasta de diputado sin armar mas bulla que la aparente, como a Pla le dieron sillón en el Consell Juridic Consultiu de la Generalitat Valenciana, del que dimitió en octubre de 2013.

Pero en todas partes cuecen habas. Aunque con un formato más aparente algo parecido ocurrió cuando José María Aznar se cargo a Pedro Agramunt para colocar a Eduardo Zaplana. Era una estrategia para ganar la Generalitat, como así ocurrió. Pero por intereses internos del PPCV dimitió Camps y entró Alberto Fabra. Y el fuego amigo lleva seis meses castigando el hígado a Fabra para que Isabel Boing, Esteban González Pons o quién sea entren a ocupar poder. Intereses de partido por encima de los intereses de gobierno. Los de Mónica Oltra en Compromís, Fernando Giner alucinando por las maniobras de Punset en Ciudadanos o las luchas cainitas en Podemos van a la zaga de los grandes.

Maurice Duverger definía los partidos políticos como una entidad de interés público con el fin de promover la participación de los ciudadanos en la vida democrática. Pero llegó Francois Miterrand y dijo en su libro El Golpe de Estado Permanente que lo importante es tener el poder. Y en esas estamos. A mi lo de 50 sombras de Grey me parece una peliculita de sexo y dominación y lo del PSOE unas hazañas bélicas por el poder.

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