La elección directa y el silencio de los opositores

Nos sorprendía el otro día el Presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, con una propuesta para reformar la ley electoral valenciana para que al menos un tercio de los diputados de las Corts sean elegidos de forma directa por los ciudadanos. Decía al respecto: “voy a proponer un cambio profundo de nuestro sistema electoral autonómico, que permita la elección directa de, al menos, un diputado en cada una de sus comarcas o partidos judiciales”, lo que supondrá, añadía, que éstos sean elegidos “por los ciudadanos entre sus propios vecinos».

Se trataría, a mi juicio, de un significativo avance democrático. Y ello, al menos, por dos motivos fundamentales: por un lado, nadie mejor que un vecino para conocer (y en teoría dar respuesta) a los problemas que preocupan y afectan a las personas de la comarca; por otro, con la elección directa a nivel comarcal (o por distrito) será más sencillo que cualquier ciudadano pueda ser representante de sus vecinos, bien a través de las siglas de un partido político, bien en nombre de alguna asociación cívica o vecinal implantada en la comarca a la que aspire a representar.

Sin embargo, el anuncio no puede sino dejarnos con un cierto sabor agridulce, pues preguntado al respecto de si dentro de esa propuesta de reforma se incluiría la rebaja de la barrera electoral del cinco por cien actual al tres, el Molt Honorable rechazó tal posibilidad. De igual forma, el Secretario General del Partido Popular de la Comunidad Valenciana (PPCV) aseguró el pasado sábado que la propuesta del President Fabra era absolutamente compatible con la reducción del número de parlamentarios de 99 a 79 aprobada por el Consell, medida recordemos impulsada por el PPCV en un afán de demostrar a la ciudadanía que la clase política también se ajusta el cinturón. Sin embargo, la reducción del número de parlamentarios tendrá una consecuencia directa además del pretendido ahorro: dificultará el acceso a la cámara de fuerzas minoritarias, lo que no deja de ser una forma de limitar la democracia.

Pero si algo me ha sorprendido enormemente es la reacción que han tenido los partidos de la oposición a la propuesta planteada desde las filas populares. Así, tanto el secretario general del Partit Socialista del País Valencià (PSPV), Ximo Puig, como los portavoces en las Corts de Compromís y Esquerra Unida del País Valencià (EUPV), tildaron de “cortina de humo” la pretendida reforma, pues ésta se enmarcaba dentro de “maniobras de distracción” que no tienen ningún sentido en un “país” (como no, país) que tiene un “hedor enorme a corrupción”, y no hicieron ninguna referencia a la propuesta en sí. En fin, para alucinar. ¿Dónde quedó aquello de la “leal oposición”? Que un partido (en este caso todos los de izquierda) sea incapaz de apoyar una medida, mejorable sin duda, pero que nos beneficia a todos y con la que difícilmente podemos estar en desacuerdo es democráticamente vomitivo.

Vicente Boluda

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