La ‘Rayuela’ de Cortázar cumple medio siglo

Conferencias, debates y lecturas del texto conmemorarán durante toda la semana en Buenos Aires el aniversario de la gran obra de Cortázar, cuyo titulo inicial iba a ser ‘Mandala’. La novela, publicada el 28 de junio de 1963, cuenta la historia de Horacio Oliveira y su relación con «la Maga» y se puede leer al menos de dos formas diferentes. Es considerada una de las grandes obras del siglo XX.

En España tuvimos que esperar hasta 1978 – ya muerto el dictador Francisco Franco – para poder disfrutar de esta obra maestra de Julio Cortázar (1914 – 1984) una de las obras centrales del boom latinoamericano. ‘Rayuela’ según describía el propio autor “será una bomba atómica en el escenario de la literatura latinoamericana”.

Esta «bomba» llega a los lectores de la mano del editor Francisco Porrúa (Sudamericana) y sacude la literatura hispana del siglo XX en medio del fenómeno literario conocido como el «boom», que marcó el fenómeno editorial del continente entre 1960 y 1970.

Cortázar es escritor argentino considerado vanguardista, traductor de la UNESCO con dominio del inglés y el francés, instalado en París desde 1951. «Tuvo muy clara su misión desde temprano. Construyó un lenguaje que hoy manejamos los argentinos», cuenta Josefina Delgado, escritora y directora de la «Colección de Protagonistas de la Cultura Argentina».

‘Rayuela’ es una «novela de vanguardia» y Cortázar «está convencido de que constituye un giro en la tradición occidental” según se refleja en su correspondencia con Francisco Porrúa. Consciente del impacto de su «antinovela», Cortázar no oculta su inquietud por el destino del texto en su correspondencia personal, hasta el punto de que duda que la editorial ‘Sudamericana’ llegue a editarla y baraja enviarla a México.

Cortázar juega con el lenguaje y con el lector como no se había hecho hasta el momento, proponiéndole rutas imposibles entre capítulos y elaborando dos historias paralelas a partir de un mismo texto. El primer libro se lee de la forma corriente, y termina en el capítulo 56. Al pie tres pequeñas estrellas equivalen al fin de esta novela, prescindiendo del resto de capítulos que suceden en el libro. El segundo libro se deja leer empezando por el capítulo 73 y siguiendo el orden indicado al pie de cada capítulo, contando una historia diferente.

Su publicación se convierte en un acontecimiento para la elite cultural argentina y, pese unas primeras críticas decepcionantes, pronto alcanza un éxito de ventas hasta lograr catorce ediciones en diez años en Buenos Aires.

«Las chicas se vestían todas con poleras negras como la Maga. Todo el mundo leía Rayuela, todos iban con Rayuela bajo el brazo», recuerda la escritora argentina Matilde Sánchez,
«Jóvenes y no tanto de diferentes generaciones quisieron, quieren y querrán ser La Maga, Oliveira….», apunta Delgado, para quien el escritor «nos ayudó a pensar, a entendernos un poquito más, a querernos un poquito más».

En 1970, Cortázar escribía en la revista Nuevos Aires: «Estamos necesitando más que nunca los Che Guevara del lenguaje, los revolucionarios de la literatura más que los literatos de la revolución.» Quizá entonces ya sabía que el «Che» había declinado leer el ejemplar de «Rayuela» que le dejó en uno de sus viajes a Cuba argumentando que «no tenía tiempo para la ficción», relata Sánchez.

La escritora se lamenta por la distorsión del legado de Cortázar por las «decenas de horribles escritores cortazarianos» que proliferaron a la sombra del autor de «Los premios». No obstante ‘Rayuela’ es lectura obligada en muchas escuelas argentinas, y todavía vende unos 30.000 ejemplares al año en América Latina.

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