El Prado descubre un Ribera oculto

El cuadro ‘San Jerónimo escribiendo’ se encontraba depositado en la casa museo Colón de Las Palmas de Gran Canaria, atribuido al pintor valenciano Esteban March. Recientemente, Gianni Papi, especialista en pintura caravaggista, lo identificó y publicó como obra temprana de José de Ribera. Las razones que avalan esa atribución se basan en sus estrechas similitudes compositivas y estilísticas con varios cuadros realizados por ese pintor en torno a 1615, como alguno de los que integran la serie de “Los Sentidos”.

Con ellos comparte una precisión descriptiva y un uso muy tenebrista de la luz, que tiene su origen en una asimilación muy personal de los modelos de Caravaggio. Dado el interés de la obra, se ha traído al Prado con objeto de proceder a su restauración y a su exposición dentro de las salas dedicadas al naturalismo y a Ribera. En sustitución de esta pintura, la casa museo Colón ha recibido en depósito San Andrés, también de Ribera. Desde el punto de vista de la colección del Prado se trata de una incorporación importante, pues junto con La resurrección de Lázaro permite que el público se forme una idea exacta de la originalidad y el nivel de calidad que alcanzó el pintor durante sus primeros años en activo, una etapa muy singular de su carrera, y que hasta hace una docena de años no estaba representada en las salas del Prado.

El cuadro se encontraba en malas condiciones

El cuadro llegó al Museo con problemas en todo su perímetro, debido a humedades y a un antiguo ataque de xilófagos, y con una superficie pictórica que si bien conservaba su integridad, presentaba un aspecto anómalo, debido a la oxidación de sus barnices, a las irregularidades de su superficie que produjo una antigua forración, y a una limpieza selectiva anterior, que se había concentrado en algunas zonas en detrimento de otras. Durante su proceso de restauración se han asentado y regularizado sus bordes, se han eliminado la polución y los barnices oxidados, se han reintegrado algunas faltas puntuales, y se ha sometido el cuadro a una limpieza que ha dado como resultado la recuperación de numerosos planos espaciales y, con ella, de la corporeidad del santo.

La Fundación Iberdrola, un apoyo importante

La incorporación de la Fundación Iberdrola como ‘miembro protector’ del programa de restauración del Prado en noviembre de 2010 fue ya un acuerdo decisivo para garantizar que el Museo pudiera continuar realizando los proyectos de restauración necesarios para la adecuada conservación de sus colecciones. Estas intervenciones, eliminando los barnices oxidados y restableciendo la perfecta armonía de las relaciones tonales y, en definitiva, devolviendo la luz a las obras,  permiten recuperar la lectura original de cada pieza.

Una lectura que se facilitará aún más gracias a la dotación de un sistema de iluminación con tecnología led que se implantará gradualmente en las salas de la colección permanente del Museo, a lo largo de los próximos cuatro años, gracias al nuevo acuerdo de colaboración suscrito con la Fundación Iberdrola por el que adquiere la categoría máxima del programa de miembros corporativos de la institución: Benefactor.

Quién fue José de Ribera

José de Ribera y Cucó fue un pintor y grabador valenciano del siglo XVII, que desarrolló toda su carrera en Italia y principalmente en Nápoles. Fue también conocido con su nombre italianizado Giuseppe Ribera y con el apodo Lo Spagnoletto («el españolito») debido a su baja estatura y a que reivindicaba sus orígenes firmando sus obras como «Jusepe de Ribera, español» (como en su cuadro Apolo y Marsias) o «setabense» (de Xàtiva) o en varias obras indicando ambas cosas a la vez, siendo común que firmara como «Jusepe Ribera, español, setabense, Partenope» .

Cultivó un estilo naturalista que evolucionó del tenebrismo de Caravaggio hacia una estética más colorista y luminosa, influida por Van Dyck y otros maestros. Contribuyó a forjar la gran escuela napolitana (Giovanni Lanfranco, Massimo Stanzione, Luca Giordano…), que le reconoció como su maestro indiscutible; y sus obras, enviadas a España desde fecha muy temprana, influyeron en técnica y modelos iconográficos a los pintores locales, entre ellos Velázquez y Murillo. Sus grabados circularon por media Europa y consta que hasta Rembrandt los conocía. Autor prolífico y de éxito comercial, su fama reverdeció durante la eclosión del realismo en el siglo XIX; fue un referente imprescindible para realistas comoLéon Bonnat. Algunas de sus obras fueron copiadas por pintores de varios siglos: Fragonard, Manet, Henri Matisse…

Entre sus obras principales destacan: Sileno Borracho, San Andrés, La trinidad o Santa María la Egipcíaca. Ahora su colección pictórica se amplía con «San Jerónimo escribiendo»

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