A Banega le pillan el ‘truco’

Si los conceptos de ‘Messidependencia’ o ‘Cristianodependencia’ están más que trillados en el puente aéroe Madrid-Barcelona, la ‘Banegadependencia’ es un fenómeno que viene produciéndose de forma regular desde mediados de la temporada pasada hasta hoy. Cosas de la vida, antes se le criticaba al futbolista argentino que, pese a sus innegables dotes y enorme calidad, fuese intermitente en sus apariciones y, como solía afirmarse, no completase «cinco partidos seguidos» a alto nivel.

De un tiempo a esta parte, la regularidad en el rendimiento de Banega ha sido su mejor aval. Sistemáticamente en el tramo final de la temporada pasada fue el mejor del equipo, con Parejo como ‘socio’ en la medular y Albelda barriendo por detrás. El Valencia fundamentó su gran remontada de las últimas jornadas en la organización, criterio, asistencias y goles del rosarino. La Champions, gracias a Ever, se llegó a rozar con la punta de los dedos.

En pretemporada, Banega volvió a destacar. Lo hizo en Alemania, pese a su bajo estado de forma, y se consagró en la gira por Estados Unidos. El Trofeo Naranja ante Olympiacos fue la guinda al pastel. Y los rivales del Valencia tomaron buena nota.

Los primeros problemas empezaron a detectarse en la primera jornada. Bernardo Schuster, ni corto ni perezoso, plantó un centro del campo plagado de ‘bombas’ capaces de hacer saltar por los aires el habitual juego del ’10’ del Valencia. Morales, Darder y especialmente Tissone persiguieron sin descanso al rosarino por toda la zona ancha, incomodándole e impidiéndole desarrolar su juego con fluidez. La táctica estuvo a punto de salirle bien a técnico teutón, de no ser por el solitario gol de Ricardo Costa.

Sin embargo, Javier Aguirre perfeccionó la fórmula y la aplicó el pasado sábado. El resultado es terrorífico: dos decenas de pérdidas de balón de un Banega atosigado, desasistido y que no tuvo su noche. 20 pérdidas, casi una cuarta parte de todas las del equipo en total. Cuando el ’10’ no funciona, el Valencia no carbura. David López y Víctor Sánchez hicieron un trabajo impecable. Y el Valencia naufragó en Cornellà-El Prat.

El Valencia ha encomendado los compases iniciales de su temporada a la clarividencia de Banega. Sin plan B. Sin soluciones por bandas -todos los cambios en ataque, Feghouli, Canales, Jonas… acaban haciendo diagonales y embotellando el centro del ataque- ni ayudas al argentino en el aspecto ofensivo Parejo no ha tenido minutos en las primeras dos jornadas- ni defensivo -Oriol Romeu no ha debutado oficialmente como valencianista-. El Barça espera en el horizonte, y a Djukic le quedan dos balas: que Banega tenga una noche inspirada, o ofrecerle una manita al argentino sobre el campo. Cualquier otra cosa significaría un severo correctivo para una plantilla que ha desilusionado, y mucho, a sus aficionados tras la imagen ofrecida el pasado fin de semana ante el Espanyol.

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