Contrabando de optimismo

¡Y lo bien que le sienta la camisa a Djukic! A mí me lo venden como imagen del último perfume de moda y me lo trago: es más, me compro cinco litros. En la Avenida de Aragón están encantados con el serbio. Si dice que lo que hay sobre el escudo es una gaviota -por poner un ejemplo-, pues es una gaviota y punto. Profesan un apoyo total a Miroslav, a Salvo, a Banega, a Españeta y hasta al que repone la máquina de rosquilletas.

Podrán tener mil cosas mejorables, como ese continuo e insultante llanto hacia el ente arbitral, o como Barragán, pero en lo que estaremos de acuerdo es en la facilidad con la reman todos en la misma dirección. Es una filosofía similar a la de Fuenteovejuna, como nosotros hicimos no hace tanto con “la Unión es la Salvación”. En Mestalla se pretende despertar a ese gigante dormido como se apresuró a decir Djukic en su presentación. Que es gigante, sí, pero con pies de barro y enfangado hasta las rodillas, al que todos los valencianos tenemos la ética obligación de reírle las gracias y consentirle los caprichos. Manda huevos que relacionemos al Valencia y a su estratosférica deuda con la moral, y más después del reciente desembolso de siete ‘kilos’ por el bueno de Dorlan.

A nuestro Joaquín quizá no le siente tan bien su camisa, le hace un poco de tripa. El utrerano da más el perfil para un anuncio de jamones. Un tipo con casta. Un Bertín Osborne de esto del fútbol. En Orriols históricamente somos más de ibérico que de Jean Paul Gaultier, y aunque al final del pasado curso nos dimos de tortas entre nosotros, este verano pareció por un momento que las aguas volvieran a este agitado cauce en el que se ha convertido el levantinismo. Las dos batallas y pico disputadas hasta la fecha -no digo tres porque al Camp Nou no llevamos ni la botella del agua-, no han hecho más que volver a avivar las brasas de la discordia entre la opinión del aficionado: que si el Barça no afloja nos mete doce, que si se nos llevan a Iborra in extremis, que si futbolísticamente el Rayo nos tocó muy fuerte la cara, que dónde están los negros en ataque este año… y otras lindezas de ese corte.

El inconformismo está muy bien, siempre se ha de aspirar a más, pero si no gestionamos de forma correcta este repentino gusto por el Cinco Jotas, la cuesta de septiembre y octubre se nos puede hacer casi tan larga como esas obras que hay por el Palau de Congressos. No pretendo que estos absurdos símiles sean un canto a la total armonía y unidad, ya que aunque en el Ciutat a veces pequemos de poner la otra mejilla, nos movemos cada vez mejor en estos terrenos convulsos.

Pero aunque -como el hermano mayor de la ciudad que somos- casi siempre tengamos la razón, en ocasiones hay que escuchar al pequeño, ya que a veces podemos extraer algo positivo. En nuestro caso debemos recordar dónde estamos e ir a muerte con Caparrós, con la directiva, con ese colega que nos ve en Segunda en diciembre, con la grada de animación o incluso con Christian Lell.

 

Granotil (@Granotil)

Ir arriba