Desastre total en el Villamarín

Crónicas como estas son las más difíciles de escribir, porque los calificativos del diccionario se quedan cortísimos para definir lo visto sobre el verde del Villamarín. ¿Se podría decir que fue la secuela del partido en Cornellà? Sí, podría decirse. También que encuentros como estos son un insulto a los aficionados blanquinegros, a los que se les ‘vendió’ una cosa en julio y se están dando de bruces con una realidad muy diferente en pleno mes de septiembre.

La primera mitad del Valencia fue terrorífica. Indigna. Ridícula y sin justificación posible. Djukic introdujo cuatro variables, casi medio equipo, para evitar ridículos como el de Barcelona. Y se topó con un bofetón a las primeras de cambio. Un sopapo de realidad inapelable. Jorge Molina abrió la lata, la defensa hizo el pasillo a Salva Sevilla y el propio Sevilla embocó el tercero. Y todo en apenas media hora de juego, en la que sólo un equipo hizo acto de presencia mientras el otro caminaba por el campo, como si la cosa no fuese con él.

La barbaridad de pérdidas de balón en el primer acto no cabe en un bloc de notas. Se acaba la mina del lápiz, se agota la tinta del bolígrafo si las apuntas. Fueron minutos groseros de fútbol, maleducados con el espectador y dramáticos para el aficionado valencianista. No había por dónde coger al equipo. Sólo Diego Alves, el mejor del Valencia en este inicio de temporada, demostró tener algo de sangre en el cuerpo. El brasileño, un partido más, evitó una goleada escandalosa, de esas que provocarían pañoladas en campo propio.

Y eso que el partido pudo cambiar si el juez de línea no hubiese escamoteado un gol legal a Ricardo Costa. El asistente marcó una ilegalidad de Jonas en presunto ‘offside’ que evitó que, con 2-0 en el marcador, los visitantes recortasen diferentes. Instantes después cayó el tercero en contra. Son pequeños detalles y era difícil corregir semejante despropósito, pero cuando tienes el día cruzado, todo sale al revés.

Quizá para motivar, quizá para castigar, quizá porque no tenía soluciones, Djukic formó a los mismos once jugadores tras el descanso que habían naufragado previamente en el partido. La actitud, que brilló por su ausencia hasta ese momento, comenzó a dejarse entrever. Demasiado tarde: con el Betis crecido, las llegadas en oleadas de los de Mel sólo encontraban respuesta en los guantes de Alves, el salvador del Valencia por cuarto partido consecutivo.

Sólo a balón parado, el Valencia dispuso de una decena de acciones entre faltas y saques de esquina para poner un miserable balón en la cabeza de Postiga. El luso apenas tocó un par de bolas en noventa minutos, absolutamente desasistido. Pabón, el más descarado, tampoco hizo un partido para enmarcar. Imagínense el nivel demostrado por el resto… La tripleta de medios cuajó una actuación, sencillamente, inclasificable.

El testarazo de Ricardo Costa sólo fue el preludio a muchas más ocasiones con sello verdiblanco, revigorizado con las entradas de Cedrick y Nosa. El Valencia seguía en su particular inopia, su mundo paralelo de búsqueda de culpabilidades mientras las vías de agua en el barco se multiplican. La cosa pinta fea, y por delante aguarda un calendario muy exigente y sin piedad ninguna. Una trituradora futbolística ante la que dar la cara de una vez, o ser despezado sin contemplaciones.

 

Ficha técnica

Real Betis. Sara; Chica, Salva Sevilla (Nosa 84′), Vadillo (Cedrick 62′), Juanfran (Lolo 73′); Jorge Molina.

Valencia CF. Alves; Joao, Ricardo Costa, Mathieu, Bernat; Oriol, Parejo (Feghouli 69′), Banega; Pabón, Postiga, Jonas (Canales 72′).

Árbitro: Estrada Fernández (Colegio Catalán). Mostró amarilla a Parejo.

Estadio: Benito Villamarín.

Goles

1-0 Jorge Molina (min. 9); 2-0 Salva Sevilla (min. 22); 3-0 Salva Sevilla (min. 35); 3-1 Ricardo Costa (min. 68)

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