Djukic salva el ‘match ball’ con sus hombres de confianza

Es difícil describir con palabras el ambiente de los primeros compases de partido en Mestalla. La emoción, la tensión, la exigencia. El ‘tifo’ de la Curva Nord sirvió como acicate: los jugadores levantaron la vista y vieron el fondo de animación completamente engalanado. Para ellos. Por ellos. Por los mismos que decepcionaron a la grada hacía apenas 72 horas. La afición les perdonaba y les daba una segunda oportunidad. Y no iban a desaprovecharla.

Eléctrico y sin tregua. Así fue el arranque de partido por parte del “once de seguridad” de Djukic. Una alineación que, como era evidente en las horas previas, conjugaba jugadores con experiencia, curtidos en partidos de exigencia como Alves, Postiga, Joao o Ricardo Costa, con el descaro de hombres como Pabón y el canterano Fede Cartabia. Dos balas que mordieron y presionaron, corrieron y salieron al ataque a tumba abierta. Más que un partido de Liga, parecía que el equipo tuviese que remontar una eliminatoria en contra. Y, viendo el déficit de fútbol en semanas precedentes, los hombres de Djukic tenían mucho juego que devolver a los aficionados.

Jonas de cabeza tuvo la primera. Pabón, la segunda. Y Postiga, la tercera. Y sólo habían transcurrido tres minutos de partido. El Valencia, apoyado en un Javi Fuego excelso en la recuperación, robaba y salía al contragolpe como si le fuera la vida en ello. De hecho, la vida le iba en ello. Beto gritaba desesperado a su defensa, pero era como intentar contener el mar mientras rompe en un dique endeble. Un cuarto de hora inicial para recordar.

Y, sin embargo, el marcador no se movía.

Tuvo que ser Jonas. El que nunca hace nada, como cierto narrador repetía una y otra vez con cierto delantero capitalino. Un millón de euros costó, y no ha hecho más que meter goles desde que está en Valencia. Una maravillosa acción de Fede Cartabia por banda izquierda rompió el partido: su asistencia, cabeza levantada, encontró a Jonas para meterla en la jaula. Un gol que premiaba el gran trabajo de presión, intensidad y garra del equipo ante una hinchada entregada. Goles son amores.

La primera mitad acabó con una victoria enorme a los puntos del Valencia, tras innumerables ocasiones para golear. Sin embargo, tras el descanso, al Sevilla le bastaron seis minutos para igualar la contienda. Gameiro aprovechó una jugada a pelota parada para hacer el 1-1 y llevar de nuevo la inquietud a Mestalla. El Valencia no era tan incisivo, Postiga era un islote, Banega aumentó el ritmo de pérdidas de balón y Pabón no desbordaba. Sólo Fuego y Fede, siempre Fede -¡qué partido!- sostenían al equipo de medio campo hacia adelante.

El pequeño zurdo argentino se hizo mayor en un partido de máxima tensión y exigencia. Sus ausencias en la convocatoria tenían objetivo: que su crecimiento sea sostenido, poco a poco, partido a partido. Djukic ya quiso darle conitnuidad ante el Swansea, pero la imprudencia de Rami obligó a sustituir al jugador más joven. Cartabai acumuló habre durante tres días para dar rienda suelta a su fútbol devorador ante el Sevilla. Desesperó a Navarro, Cala y cualquier hombre colorado que se plantase ante él. Probó una vaselina de fantasía que Beto detuvo con esfuerzo. Puro descaro, incluso demasiado para su salud: más de una patada tendrá que encajar si mantiene este nivel de osadía.

El partido era de nuevo posesión del Valencia, pero la igualada llevaba a los aficionados a un estado de nervios considerable. Por suerte, Jonas -recordemos, el que nunca hace nada- volvió a apuntar y disparar. Con la izquierda, en carrera, desde fuera del área y desequilibrado… Gol. Se nace o no se nace: el gol no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Y Jonas lo lleva en vena. El segundo tanto con sello valencianista acabó por hundir a un Sevilla sin recursos, ni sobre el campo ni en la banda.

Pese al tanto, el partido no estaba ni mucho menos cerrado. La lesión del cacique en defensa, Ricardo Costa, ponía en manos de Víctor Ruíz una enorme ‘patata caliente’ que el catalán, con algunos nervios, sacó adelante con solvencia. Incluso reforzó su autoestima con un gol afortunado de cabeza, pero que sirvió para enterrar definitivamente a un Sevilla irreconocible y en barrena.

El pitido final sirvió como éxtasis colectivo para una entidad, una grada y una plantilla que han sufrido muchísimo estas semanas. Un triunfo balsámico. Una victoria contundente. Un resultado merecido y que debe tener continuidad. Porque la rueda del calendario no deja de girar, y tras arrancar el motor del monoplaza, ahora toca conducirlo hacia los primeros puestos de la clasificación.

 

Ficha técnica

Valencia – 3. Alves; Joao Pereira, Ricardo Costa (Victor Ruíz 56’), Mathieu, Guardado; Fuego, Banega; Pabon (Bernat 69’), Fede, Jonas (Canales 77’); Postiga.

Sevilla – 1. Beto; Coke, Cala, Navarro Alberto; Rakitic, Mbia (Bacca 75’); Vitolo (Rabello 69’), Marin, Jairo; Gameiro (Cristóforo 55’).

Goles

1-0 Jonas; 1-1 Gameiro (min. 51); 2-1 Jonas (min. 74); 3-1 Victor Ruiz (min. 83).

Árbitro: Undiano Mallenco (Colegio Navarro). Mostró amarilla a Jonas, Cala.

Estadio: Camp de Mestalla (32.000 espectadores)

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