Como suele ocurrir, las reacciones difirieron dependiendo del jugador. Mientras alguno soltaba un gruñido de cansancio preventivo -después de todo, el autobús del equipo era una alternativa mucho más cómoda-, los más atrevidos se lanzaron sin dudarlo sobre las bicicletas para darle al pedal sin contemplaciones.
Voro, delegado del equipo, prometía una travesía agradable de unos minutos hasta llegar al entrenamiento. “Son sólo dos kilómetros”, comentaba con una sonrisa. Mientras esperaban al autobús, jugadores como Míchel, Rami o Pablo Piatti demostraban sus habilidades con equilibrismos sobre la rueda delantera o trasera. Alguno se libró de un tortazo por los pelos.
Llegó la hora de partir, y el ligero paseo se convirtió en una suerte de etapa del Tour de Francia de más de diez minutos para cubrir los siete kilómetros que separan el hotel del equipo. Mientras jugadores como Guaita, Barragán o Víctor Ruíz optaban por un trayecto corto en los asientos del bus, los demás pedaleaban sin descanso. Los más jóvenes, como Mario, Héctor o Fede, pasaron entre bromas todo el trayecto.
Dos de los encargado de la expedición a nivel local, Jan Frithjof y Berit Schlosser, eran la ‘teté de la course’ guiando al pelotón a través de los caminos de Speyer. Sin embargo, en el último kilómetros el galo Rami ‘saltó’ para protagonizar la escapada de la mañana, superando a compañeros, a los líderes del pelotón e incluso a los vehículos de la prensa que acompañaban al grupo. La emoción del francés, no obstante, a punto estuvo de jugarle una mala pasada dado que hasta en dos ocasiones se pasó de largo las salidas para llegar a los campos del entrenamiento.
Sin incidencias más allá de una apurada de frenada de Fede al acabar la ‘carrera’, el trofeo de ganador y el ‘trofeo de la galleta’ no tuvieron discusión: Rami obtuvo su recompensa honorífica al arrojo mostrado sobre la bici, mientras que el preparador de porteros Jose Manuel Ochotorena llegó a la cola del pelotón, fuera de control incluso al retrasarse diez minutos sobre los demás.