El Valencia que mataron

Me encuentro en un callejón sin salida. En mitad de la vida diaria de un Valencia que es como el laberinto de ‘El resplandor’; sabes que de él no podrás salir ileso. El día de ayer fue un frenético informativamente hablando. Ni un minuto de respiro. Tuvimos de todo; culebrón de entrenador en pleno Big Bang, la jueza Alabau en plena pasarela Cibeles, y el banco de las narices en plena búsqueda del Santo Grial. Y si no es santo, pues también les valdrá. Mientras pague todo vale. Así que no se por donde empezar.

Lo haré con lo más sencillo; el entrenador. Más allá de las valoraciones de Pizzi como técnico -no me atrevo a valorar a un señor del que he visto un partido en su vida como entrenador- me pregunto que le han contado de lo que pasa por aquí.

Yo pensaba que tras la salida de Djukic -justa, triste y tardía- el Valencia volvería a la fórmula que sí le ha funcionado en los últimos tiempos; la del entrenador baqueteado, con experiencia en la liga y que garantice al menos conocimiento del medio. Vamos, un Valverde de toda la vida. Pero no. Tras las fallidas fórmulas del novel Pellegrino y del nada trillado Djukic en grandes plazas, hacemos un Xoc Fora y repetimos entrenador de reciente éxito en un club lejano al nivel del Valencia -cambiemos salvando las distancias Valladolid por San Lorenzo de Almagro- y le damos a Pizzi el bou de Mestalla. Que es lo más parecido al toro ratón; famoso por llevarse a la gente por delante.  

Alguno dirá que Simeone llegó a España en similares circunstancias. Y tendrá razón. Pero con la diferencia de que el Cholo volvía al club que llevaba en la sangre y en la cabeza, y Pizzi llegará a un Valencia que casi no pudo llevar ni en las piernas por culpa, entre otras cosas, de una lesión. El tiempo dirá si es una decisión acertada o un nuevo brindis al sol. Pero de momento, la apuesta de Ayala & Rufete es arriesgada. El éxito es para los que arriesgan, dirán algunos. El cementerio está lleno de valientes, dirán otros.  Confiemos en el conocimiento de los que fichan y del que llega. O peguémonos un tiro.

Y hablando de escopetas, cargadas están en Bankia a la caza y captura de un inversor solvente y todas esas cosas tan bonitas del famoso comunicado. Tan bonitas como irrelevantes; que si proyecto deportivo, que si la sostenibilidad…me da la risa. Si el inversor paga al banco, a la porra lo demás. Siento ser tan escéptico. Las preferentes como precedentes.

Y cuando se consume la venta –cosa que ocurrirá más pronto que tarde- yo me acordaré de cómo llegó Juan Soler al Valencia, del estadio de la alcaldesa, del aval en los juzgados, de sus extraños demandantes…en definitiva; yo me acordaré de nuestros queridos cazadores de votos que ahora dicen que no van a interferir en la venta (José Ciscar dixit). A buenas horas nos quitamos de en medio. Toda la vida poniendo y quitando capitanes del barco, y ahora que lo empotran contra el iceberg, sálvese quien pueda. El cinismo me pone enfermo.

Y claro, en esta huida a los botes de Bankia y la Generalitat, el que se hunde es el Valencia y sus aficionados. Pero ¿a quien le importa eso? Pues parece que, de los actores de la obra, solo al presidente que como los músicos del Titanic ha decidido seguir tocando. Las narices a más de uno por un lado, y las puertas de los inversores por el otro. Le alabo la valentía. O la inconsciencia. Me da igual. Llegado este punto ya poco importan los porqués. Si consigue un inversor solvente, fiable y con proyecto deportivo, será su gran victoria. Y la del Valencia que no dudo lleva en el corazón.

Pero si Salvo no es el elegido -cuestión nada descabellada y que decidirá Bankia y su corazón de billetera- todo lo vivido no habrá servido para nada. Y los Rufete, Ayala, Pizzi y compañía tendrán que hacer las maletas como en su día pasó con David Albelda, Braulio, Juan Sánchez, Paco Lopez…en esta ruleta rusa con balas para todos.

Porque si de algo me he dado cuenta en este tiempo, es que en esta batalla de todos contra todos, nos hemos olvidado que hubo un día en que el Valencia era un equipo de fútbol del que se preocupaba todo el mundo y al que los domingos la gente iba a ver a Mestalla. Pero eso fue antes de que los avales, las guerras de poder, los juicios, las ventas, el marketing, la sombra de los de antes, los políticos y los bancos devoraran todo lo que había de club de fútbol. Que entre todos lo mataron y ahora solo se murió. Que pena. 

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