Este guiso empieza a oler bien

Está claro que nunca llueve a gusto de todos. Si en otras ocasiones, el equipo ha conseguido muchos puntos con un juego escaso, ayer en San Mamés, ocurrió justo lo contrario. Al fin vimos un buen Valencia, que supo sufrir en defensa contra un rival que se las hace pasar canutas a cualquiera en su estadio, pero contestón y con pegada. La lástima fue el resultado porque cuando los de Djukic tenían el encuentro encarrilado y visto para sentencia, se les escaparon dos puntos por un despiste en defensa.

Pero, en definitiva, el Valencia al fin jugó bien. Dejó un buen sabor de boca entre sus aficionados y, aunque aún le queda mucho camino por recorrer especialmente por lo que ajustes defensivos se refiere, la sensación final en el paladar es dulce. El equipo demostró que cuando quiere, puede. El entrenador, tres cuartos de lo mismo. Sin riesgos, sin probaturas ni dibujos extraños, puede respirar tranquilo porque ayer su equipo dejó patente que empieza a automatizar los movimientos que practican. Es más, no es exagerado afirmar que el Valencia ha presentado su candidatura a estar entre los puestos nobles de la Liga. Sí, porque San Mamés es especial. Lo era antes y lo es ahora tras la reforma. Es La Catedral, el templo al que todo lego en materia futbolística debe ir y demostrar de qué pasta está hecho. Y el Valencia quiso más, quiso ganar, quiso ser grande, aunque las fuerzas y el éxito le alcanzaron hasta el empate.

Pero, como todo en la vida, hay empates y empates. El de ayer sabe a gloria por el rival, por el escenario y por la actitud. Y, sobre todo, porque el Valencia, hasta el momento había sido un equipo de extremos; un carrusel de altibajos y de sensaciones encontradas. O ganaba con discreción, o perdía de forma estrepitosa; pero siempre de forma gris. No había encontrado hasta Bilbao ese punto de alegría en su juego, esas hechuras de equipo grande que, por mal que se le ponen las cosas en la segunda mitad, puede ceder un empate, pero que nunca se deja remontar un resultado. Y sí, mi otro yo, el racional, me martillea el cerebro y me insiste que un punto es un punto, que al Valencia le empataron y le crearon muchas ocasiones –en especial por la banda de Guardado- pero mi olfato me dice que este guiso empieza a oler bien. Ojalá no se pegue.

 

David Torres (@DavidCanalNou)

Periodista Radio Nou

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