Justificar acusando

Sin lanzar las campanas al vuelo, ya que mañana hay otro partido que indicará si el equipo sigue queriendo o no, la verdad es que Mestalla disfrutó el domingo con la victoria ante el Sevilla.

 Tampoco caeré en la trampa de decir que se ha cerrado la crísis. A una crísis no llegas por una sola derrota, y tampoco se sale de ella por una sola victoria. Pero es evidente que la entrega vista ante los sevillistas era lo que pedía la grada.

 La grada… No caeré en el populismo barato de decir que todo lo que hace la grada está bien. La grada de Mestalla ha cometido errores históricos como silbar a Kempes y aplaudir un taconazo de Marcelinho Carioca, silbar a Farinós en sus comienzos o aplaudir la indolencia de Ilie

 Pero sí diré que, aunque a veces errada, la grada está en su derecho de expresarse. Bastante tiene quien se quita de otras cosas para pagar un abono,  para que encima salgan los gurús de la sociología futbolera a decir que son un público muy injusto.

 Dentro de esta falacia sobresale una con especial intensidad. Está hecha para disparar contra el público de Mestalla: Mestalla no es de entrenadores. Si grave es que esta felonía sea mantenida desde fuera, más grave es que desde la propia Valencia algunos hayan amamantado y ahijado esta gilipollez.

 Porque aprovechando que el fútbol no tiene memoria es fácil décir que Mestalla pitó a Benítez. Imagino que veinte tíos durante 10 segundos le pitarían un día algún cambio. Incluso es fácil recordar que 15 impresentables zarandearon el coche de Héctor Cúper, y obviar que durante varios partidos se le gritó «Cúper quédate».

 Porque Mestalla no pitó ni una sola vez a Pellegrino la temporada pasada (pese a que el equipo era por fases un verdadero desastre). Cantó en Mestalla (y en Getafe, recuerdo) «Valverde quédate» y en este incendio ha protegido a Djukic. Ha señalado a la plantilla y ha entonado cánticos de apoyo al entrenador serbio… Pero «Mestalla es muy injusta con los entrenadores».

 Esta idea nació mientras el rey del discurso inocuo estuvo cuatro años en el Valencia. Había que tapar «cambios de Gameiros» y desviar la atención. Había que culpar a la grada de que no le gustaran marcianadas, espasmos histriónicos y un equipo sin personalidad con un plantillón las dos primeras temporadas y una buena plantilla en las dos siguientes. Había que vender como un éxito terceros puestos sin rivales de entidad. Había que hablar del triunfo que suponía que te eliminara de la Copa del Rey el Deportivo de la Coruña, o que te te echara de la champions un empate en cancha del temible Genk. Que el Dínamo de Kiev te matara en UEFA o que hicieras el ridículo en semifinales ante el Atlético de Madrid. Alguien intentó vender que las semifinales (de lo que sea) eran lo más.

 «Mestalla es cruel con sus entrenadores». Tamaña estupidez la ha tenido que aguantar Mestalla sin base alguna durante tiempo. Lo único que quiere la grada es un equipo con identidad y del que sentirse orgulloso más allá de ganar o perder. Como cualquier afición.

 «Mestalla es dura con los entrenadores»… Lo malo es que algunos lo creen. Lo triste es que la idea se alimente desde aquí. Y es que más que dura con los entrenadores, yo diría que es implacable con los malos entrenadores. 

 

Manolo Montalt (@ManoloMontalt)

Director de la Taula Esportiva de Radio Nou

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